Con la mente clara
A
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l abrirse la enorme
puerta principal, Cassie apareció ante mí. Tenía los ojos ligeramente
legañosos, el pelo recogido en una coleta de la que se escapaban los mechones
más cortos y una pequeña mancha de chocolate en la comisura de la boca, que se
limpió con el dorso de la mano nada más abrir la puerta. Me sonrió ampliamente
y me hizo un gesto para que pasara.
No
comentamos gran cosa mientras ella desayunaba, por estar su madre delante,
excepto cuando la mujer nos enseño un artículo del periódico que leía en el
ordenador. Habían forzado la puerta de una pequeña tienda de ropa del pueblo,
pero las pérdidas se valoraban en cantidades increíblemente pequeñas, apenas un
par de prendas.
-Tendrán
que gastar más en cambiar el cerrojo –comentó divertida la señora McCully.
Cassie
rió al leer los detalles de la noticia, lo que casi provocó que se atragantase
con el zumo que estaba bebiendo.
-Y
mira esta –señaló pasando de noticia e indicando un artículo sobre una nueva
china.
Travis
llegó entonces, sacudiendo su recta melena castaña al corretear hasta el
ordenador para enseñarnos el video de un oso adiestrado bailando. Mientras le
veía reír sentí celos una vez más. Sentí una enorme envidia de Cassie y su
hermano. Y no lo digo porque Travis fuese un niño monísimo e increíblemente alegre
y educado, sino porque yo hubiese dado casi cualquier cosa por tener una
relación así con Isaac. Ellos reían, jugaban juntos, hablaban sin problemas… Y nosotros
nos la teníamos jurada la guerra.
Finalmente,
nos levantamos de la mesa y, después de que Cassie sacudiese el pelo de su
hermano, fuimos a su habitación. Ella caminaba a paso rápido, supuse, por la
curiosidad de saber el por qué de un mensaje que había llegado antes del
amanecer.
-Y
bien –soltó mi amiga nada más cerrar la puerta -¿Qué es lo que ha pasado? No te
veo buena cara. ¿Tiene algo que ver con… él?
Percibí
cómo su voz se iba apagando a medida que hablaba, hasta quedar susurrando. Supuse
que mi expresión debió de responder bien, porque la suya se puso seria y con un
tono de preocupación. Ambas nos sentamos en la cama al tiempo que comenzaba a contar
la historia del día anterior y de esa misma noche.
Era extraño
pararse a hablar de ello y caer en la cuenta de que apenas habían pasado unas
horas. Todo se me antojaba lejano y borroso y, aunque eso era comprensible tratándose
de un sueño, el resto de la tarde también estaba envuelta en un velo de
irrealidad. Pero, pensándolo mejor, no era de extrañar dado lo confuso que
había sido el día.
-Pues,
en mi opinión, no es tan extraño que soñases eso –opinó mi amiga al finalizar
de escuchar los acontecimientos. La miré sin comprender y aclaró –: Sé que no quieres
creer que Samuel es… malo, que no digo que lo sea, pero es un asesino. Lo sé,
es una palabra dura, sustitúyela por “alguien que mata” si eso hace que te
sientas mejor. Y puede que tú estés empeñada en marcar la diferencia entre una
cosa y otra, pero tu subconsciente acaba por convertirlas en sinónimas. Kat, sé
que él tiene sus razones, pero ya hace tiempo que dudabas y es normal que una
parte de ti se acabe confundiendo. Lo que importa es que tú tengas claro lo que
sientes. Solo ha sido un sueño, así que no tienes que seguir dándole vueltas.
¿Tú lo quieres, Kat?
Silencio.
La duda estaba golpeando mi mente mientras yo me repetía: “ha sido un sueño, ha
sido un sueño”.
-Lo
quiero. Sí. Lo quiero mucho.
Cassie
me sonrió alentadoramente. Sonaría exagerado si dijese lo mucho que esa sonrisa
me animó realmente. Tras ello se levantó de la cama y se dirigió al armario. Al verla tan despreocupada me recordé que la
intuición de mi amiga fallaba una vez de cada mil, así que lo mejor sería
hacerle caso.
-¿Sabes?
Tienes razón. He hecho una montaña de un grano de arena. Hablemos de otra cosa,
cosas normales. Cuéntame algún cotilleo –pedí con una amplia sonrisa.
Cassie
se lo pensó un segundo y luego pareció encontrar el cotilleo perfecto entre los
tantos que había en su cabeza.
-Las
dos sabemos que Alison es muy… enamoradiza.
-Y no
muy selectiva a la hora de escoger ligue –agregué riendo. Alison era una de mis
mejores amigas, pero nadie podía negar que no era de las que se lo pensaba
mucho en los temas amorosos. Si un chico le parecía mínimamente atractivo, se
lanzaba a por él. Lo último que buscaba mi amiga era una relación seria.
-Ahí
es a dónde pretendía llegar. Ya sabes que hace tiempo tuvo un cuelgue por tu
hermano ¿no? –puse los ojos en blanco mientras la escuchaba hablar, pues seguía
sin comprender cómo podía fijarse alguien en mi hermano, pero asentí –Pues ha
empeorado, Kat. Y mucho.
-¡Puaj! Cassie, cuando propuse cambiar de
tema, me refería a algo más agradable –bromeé, mirándola a los ojos divertida
cuando su cabeza asomó por el cuello del jersey que se estaba poniendo.
-No,
Kat, te hablo completamente en serio. Ayer, después de que tú te furas, vino
aquí y empezó a hablarme de lo mucho que le gustaba Isaac. Ella quería
contártelo, pero tenía miedo de tu reacción. Yo intenté convencerla de que no
era su tipo. Es más, de que no era el tipo de nadie. Porque, no te ofendas,
Kat, pero tu hermano es un tío muy raro… A lo que iba. Luego ella me dijo que
no le importaba, que estaba muy bueno y que se las iba a amañar para
conquistarle.
Eso
también era cierto: Isaac podría ser muchas cosas, pero no era, ni de lejos,
feo. Tenía los rasgos duros, con la nariz recta y la mandíbula cuadrada, lo que
le hacía parecer mayor de lo que era. Sobre su frente caían de manera
desorganizada los mechones de liso pelo azabache y sus ojos zafiro estaban
rodeados de una espesa barrera de oscuras pestañas que hacían resaltar su
mirada. Esta era fría pero, en mi opinión, para saber interpretar bien las
miradas hay que conocer primero a las personas. Y nadie conocía realmente a
Isaac. Por otro lado, el entrenamiento había moldeado bien su cuerpo.
Y de
haber sido normal, se habría fijado en Alison, quien, con su perfectamente curvado
cuerpo y su capacidad seductora, lo habría conquistado al instante.
-No
consigo entender qué ve en él –sentencié, sintiendo como un escalofrío
provocado por el asqueo me recorría la columna.
Cassie
se sentó de nuevo a mi lado, ya vestida y dijo:
-Ya
sabes cómo es Aly en esos temas. La personalidad le importa más bien poco. Y tu
hermano, por mucho que me cueste decirlo, es muy guapo, además de ser un
grandísimo capullo.
En el
sentido amoroso, Cassie era muy distinta a Alison. Era una cosa muy extraña que
a ella le gustase algún chico. Podía sentirse atraída por el aspecto de alguno,
pero, según ella me contaba, nunca se había encontrado con ninguno que le
hiciese pensar “con este es con quien quiero estar”. Y, desde luego, Cassie no
era de las que regalaba las palabras y los gestos de cariño a los chicos. Ella
habituaba bromear y culpaba de su soltería a las innumerables novelas que leía,
porque, decía, colocaban el listón demasiado alto y convertían al chico de sus
sueños en inexistente y, en caso de existir, en inalcanzable.
-Sigo
esperando el día en el que el tema de conversación sean tus problemas amorosos,
Cassie. ¿De verdad no te has fijado en nadie? Tal vez alguno de los nuevos…
-antes de que dijese nada agregué -¡No, espera! Sé lo que vas a decir. “Hace
muy poco que empezó el curso, no he tenido tiempo de conocer bien a la gente y,
por lo tanto, de fijarme en alguien”.
Cassie
soltó una sonora carcajada al escucharme. Había acertado de lleno.
Entonces
una nueva opción pululó en mi cabeza. Cassie buscaba a un chico que conociese
de hace tiempo, con el que congeniase bien y con ese romanticismo y simpatía
que toda chica necesita. Entonces caí en la cuenta de que el candidato perfecto
estaba mucho más cerca de lo que creía, pero, por razones obvias, antes no se
me había ocurrido.
-¿Y
qué hay de Nathan?
Cassie
me miró fijamente y se sonrojó, pero deduje que era más por la incomodidad que
le producía el hecho de que intentase emparejarla con mi ex novio que por haber
descubierto algo. Tras ese momento de confusión que ninguna pareció asimilar,
se tiró de espaldas en la cama y comenzó a reír a carcajadas. La miré perpleja
¿tan descabellada era mi idea?
-¿Nathan?
–preguntó, incorporándose de nuevo. En su boca se dibujó una sonrisa burlona.
-¿Por
qué no? Cassie, es tu estilo de chico, ¿no? ¿Qué tiene para que digas que no? –exigí
saber.
-Nathan
es como mi hermano, Kat –respondió, intentando mantenerse seria.
-Lo
sé, pero eso es bueno. Os conocéis bien.
-¿Y
no crees que, de haberme gustado Nathan, me habría dado cuenta de ello en algún
momento de los más diez años que han pasado desde que nos conocimos?
Callé.
Era cierto. Sonreí y acepté su verdad.
Y esa
era una prueba más por la que sabía que hacía lo correcto al recurrir a Cassie
cuando estaba confusa. Ella era capaz de ver las cosas más obvias, cosas que yo,
al complicarme demasiado, no podía apreciar.
A veces creo que soy como Cassie y pongo el listón demasiado alto..sin darme cuenta de la realidad.. jaja
ResponderEliminarTodos deberíamos tener una amiga como Cassie.
ResponderEliminarCassie mola :3 Es muy realista, tiene los pies en la tierra, no se enamora fácilmente. Se parece un poco a mí en eso último ≧▽≦
ResponderEliminarEl capítulo ha sido muy ameno ^^ Me ha encantado...
Pero espero que Alyson no se empeñe demasiado en Isaac, poque se podría llevar un disgusto.
Ha estado muy bien el capítulo, me ha gustado :))
ResponderEliminarJaja, es verdad, Cassie es una buena persona y buena amiga
ResponderEliminarEl cap muy chulo, como siempre
Muakis
Sin duda, Cassie es como yo. Siempre suelo esperar más, así que la realidad suele chocar conmigo.
ResponderEliminarAww, la relación entre Kat y Cassie es una de las cosas más bonitas de la historia, creo yo :3 ¡y es que Cassie tiene tanta razón en tantas cosas! Me encantó el capítulo, y así como me alegra que Kat haya podido sacarse la duda, espero que algún día Cassie encuentre a ese chico perfecto que busca :).
ResponderEliminarYo también me parezco un poco a Cassie :)
ResponderEliminarEl cap superchulo, sigue así!
(No he podido comentar en los demás capítulos porque llevaba algo de retraso, sorry :S)
Muakss and Smile! :D