Vuelta a la rutina
E
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ché una rápida ojeada
al papel que tenía enfrente antes de dirigirme de nuevo a la alacena que tenía
abierta ante mí. Cogí una bolsa y taché “patatas fritas” de la lista. La revisé
una última vez para asegurarme de que estaba todo y permití que mis labios se
curvaran en una sonrisa que mezclaba simpatía y rendición. Alison había escrito
al final de la lista “Isaac” con su habitual bolígrafo rosa, cosa que yo había
tachado de inmediato. Pero si mirabas con atención se podían adivinar las
letras redondeadas.
Todo
lo que debía llevar estaba ya metido en mi bolsón, así que ya podía subir a
leer a mi habitación. Estreché la novela entre mis manos y pasé las páginas con
suavidad, sin centrarme realmente en lo que leía. Esa temporada me pasaba
mucho. Siempre que me paraba a descansar, mi mente divagaba.
En
esta ocasión, comencé a pensar en la semana que dejaba atrás, que ya no era más
que un simple recuerdo; un buen recuerdo: desde el incidente del sueño, las
cosas habían sido casi perfectas, muy humanas. Los profesores habían empezado a
poner fecha para los exámenes y, posiblemente, eso era lo único que impedía la
perfección, además, claro, de los siempre existentes entrenamientos de papá.
Todo lo relacionado con los ángeles negros parecía haber sido otro mal sueño y
me sentía humana, real y, por fin, yo misma. Había retomado el dibujo, en
apenas un par de días había llenado páginas y más páginas de trazos y colores.
Incluso había tenido un par de citas normales con Samuel. Y, como guinda,
Cassie había organizado una de nuestras antiguas quedadas, en las que nos juntábamos
todos, veíamos películas y comíamos hasta hartarnos. Eran de esas tardes que
valían la pena.
Tras
un rato dejé el libro y, después de darle un beso a mi madre, salí de casa.
Había quedado con los demás en el parque para hacer estrenar la nueva cámara de
Aly y no quería perder ni un minuto.
Sentí
una oleada de calidez al ver el salón de Cassie. Todo estaba igual que las
otras veces: los colchones en el suelo, las mantas sobre ellos, las mesitas
apartadas a un lado y las persianas bajadas; todo preparado para el maratón de
películas. Al mirar a mis amigos comprobé que ellos también habían sentido esa
sensación. Nathan, Oliver, Simon, Cassie y Alison sonreían y solo Samuel, al
ser la primera vez que acudía a nuestras, antes, habituales citas, se mostraba
indiferente.
-Recordadme,
chicos ¿por qué dejamos de hacer esto? –preguntó Oliver, sacudiendo la cabeza
para apartarse el pelo de la cara.
-Por
estupidez, supongo –respondió Alison, tirándose ya sobre uno de los colchones.
Luego, rebuscó en su bolsa y, tras sacar discos, preguntó -: ¿Qué peli vemos
primero?
-La
de acción –corearon Cassie y Nathan a un tiempo.
Acomodados
unos al lado de los otros y usándonos como almohadas, comenzamos a ver la
película. Oliver dejaba escapar algún comentario que nos hacía reír y yo sentía
el pecho de Samuel, que tenía bajo mi cabeza, sacudirse con las carcajadas. Nos
abrazábamos suavemente, pero evitábamos los besos por estar Nathan allí.
La
película se acabó y Cassie corrió a poner la siguiente que, por decisión
general, era la de miedo. Como de costumbre, Simon se marchó del salón: detestaba con todo su ser las películas de miedo. Tras los diez primeros
minutos de película salí con él. Pensé en decirle a Samuel que viniese conmigo,
pero parecía que la película, a diferencia de a mí, le estaba gustando.
Me
encontré con Simon en el jardín, mirando algo en su móvil sin gran interés.
-Hola
–dije para llamar su atención.
Levantó
la mirada de la pantalla y me sonrió con su habitual sonrisa torcida.
-Hola,
¿no ves la película?
-No
–respondí, desechando la idea con un gesto de la mano –, demasiado sangrienta
para mí gusto.
-Ah.
Oye, Kat, parece que te va bien con Samuel.
El
tono de su voz captó mi atención. Parecía estar teñido de algo parecido a la
sorpresa y a la curiosidad.
-Claro,
¿por qué no iba a irnos bien?
A
pesar de que habíamos tenido nuestros altibajos, casi siempre por mi mala
manera de encajar las situaciones, creía que ninguno de mis gestos me había
delatado ante mi amigo.
-No
lo sé… Simplemente lo veo diferente.
-¿A Samuel?
-No,
a lo que tienes con él. Es diferente de lo que tenías con Nathan.
Arqueé
las cejas sorprendida por lo que acababa de oír. ¿Qué era lo que quería decir?
Como si me hubiese leído el pensamiento, continuó:
-Cuando
estabas con Nathan se notaba que os conocíais. Había amistad, confianza…
tiempo. Pero cuando estás con Samuel… no, déjalo. No debo meterme en tu vida,
perdona.
-¿Cuándo
estoy con Samuel…? –exigí saber. Él me miró con reproche, pero terminó por
contestar:
-Se
nota que os gustáis, pero parecéis dos perfectos desconocidos.
Abrí
la boca para reprochar, pero no pude decir ni una sola palabra, pues una voz
nos llamó desde la puerta del jardín:
-¡Myder,
Curtis! La película no va bien y vamos a ver las fotos, ¿venís? –sabía de sobra
que había sido Oliver quien nos había gritado, pues era el único que nos
llamaba por nuestros apellidos.
Simon
me dirigió una mirada pesada y se giró hacia nuestro amigo, forzando una
sonrisa. Le seguimos al salón.
Habían
conectado la nueva cámara de mi amiga al ordenador y las fotos comenzaros a
sucederse. Las miraba, pero estaba demasiado absorta en mis pensamientos como
para verlas realmente. “Dos perfectos desconocidos, dos perfectos
desconocidos…” Una parte de mí querría haberlo desmentido, pero otra agradecía
que Oliver hubiese interrumpido la discusión. ¿Realmente podría haber dicho
algo para negar sus palabras? ¿Realmente mentía en lo que decía? Conocía la
historia de Samuel, su condición de ángel y… poco más. Hoy mismo había
descubierto, al verlo con la cámara entre las manos, que era un gran aficionado
a la fotografía. Parándome a pensarlo, ni siquiera sabía la fecha de su
cumpleaños.
-¡Eh!
–exclamó entonces Alison entre risas –Mirad a esa de ahí. Parece que le gusta
hacerse fotos, está mirando directamente al objetivo.
-Seguro
que estaba celosa de tu cámara –añadió Nathan, riendo también.
Todos
rieron. Todos excepto yo y Cassie, que conocíamos a la mujer que se había
colado en la instantánea. Miré la fotografía con atención, sintiendo como la sangre
se marchaba de mi rostro. La había sacado yo, y todos los demás estaban
agrupados y haciendo muecas. Y luego estaba la mujer: en esta ocasión, llevaba
el pelo suelto e incluso parecía un poco más claro. Pero su rostro era el mismo
que la otra vez y eso me provocó un escalofrío.
Sus pequeños ojos no miraban a la cámara, como decían mis amigos. Me miraban a
mí.
Lancé
una mirada significativa a Cassie, pero ella no me miraba; observaba la
pantalla del ordenador con expresión horrorizada. Parecía que fuese a vomitar
de un momento a otro. Le di un golpecito en el brazo y su reacción fue como la
de un resorte: salió disparada del salón, conmigo pegada a sus talones.
Escuché
el revuelo de las voces tras de mí, pero seguimos avanzando hasta llegar al
cuarto de Cassie. Nadie vino a preguntar la razón de nuestra ausencia y yo
intenté tranquilizar a mi amiga, que caminaba inquita de un lado a otro,
agarrándose la cabeza con fuerza y crispando los dedos sobre su ahora
enmarañado pelo pelirrojo.
-Cassie,
tranquilízate…
Se
permitió una parada en su inquieto recorrido y me miró. Sus enormes ojos
estaban impregnados en una única emoción que parecía recorrer lo más profundo
de sus entrañas: miedo.
-Te
ha visto, Kat. Nos ha visto a todos. ¿Y si nos sigue? ¿Y si viene aquí?
Estaba
a punto de responderle que todo iría bien cuando la puerta de su habitación se abrió violentamente, interrumpiéndome. Samuel
entró en el cuarto, con una mueca de preocupación en el rostro.
-¿Estáis
bien, chicas? Será mejor que no tardemos mucho, les he dicho a los demás que
bajaríamos en seguida.
Le
expliqué en pocas palabras la situación y nuestras sospechas . Solo permitió al asombro
controlarlo unos segundos, pues después de esto su mente volvió a enfriarse y
volvió el joven serio que aparecía siempre que los ángeles negros surgían en la
conversación.
-Cassie,
relájate. No te hará nada. Kat y yo estamos aquí. Y, por otro lado, si nos ha
seguido y ha visto cuantos somos, no se arriesgará a venir habiendo tanta gente
–asentí ante las palabras de mi compañero, aunque no era necesario, dado lo
bien que se había expresado.
Pero
mi amiga seguía intranquila:
-Eso
es hoy, Samuel. ¿Qué pasará si viene mañana? ¿O cualquier otro día? –su voz era
temblorosa, pero fuerte. Había respirado hondo un par de veces y ahora parecía
más calmada. Elevó la cabeza y sostuvo la mirada de Samuel con firmeza y
dignidad, a pesar de que un destello húmedo asomaba a ella.
Él
sonrió para alentarla, pero la expresión de ella seguía firme.
-Esa
gente no actúa así porque sí. Siempre intentan llamar la atención lo menos
posible y no dan ningún paso que no necesiten dar. Y es a Kat a quien busca, no
te hará daño.
-Pero
es a mí a quién ha encontrado y es posible que recuerde nuestro encuentro. Si
sabe que conozco a Kat y a su parte de ángel, podría acudir a mí en busca de
información para encontrarla a ella. Y no se lo diré por las buenas. Puede que
ella solo sea un ángel del montón, pero yo soy una humana. Y, creedme, no me
importa lo que pueda llegar a hacerme a mí. Pero –el destello húmedo de su
mirada se convirtió entonces en oscilantes lágrimas, pero no bajó la vista –tengo
miedo de lo que pueda hacer a mi familia. Por nada del mundo dejaré que lastime
a Travis.
Guardé
silencio sin saber que decir. Solo había visto salir a relucir ese lado de
Cassie en contadas ocasiones y siempre me dejaba perpleja. Esa extraña mezcla
de valentía y sensibilidad a la que no sabía cómo responder había aparecido.
Miré fascinada a esa momentánea nueva Cassie, pero continué callada. ¿Qué podía
hacer yo? Por suelte, Samuel rompió el mutismo de la habitación:
-Vigilaré
tu casa por las noches hasta que te sientas tranquila. No actuará por el día,
confía en mí. Tu familia y tú estaréis bien, Cassie –sentenció.
Me
acerqué a la joven que, momentos antes, había estado hecha una bola de nervios
y la estreché con suavidad.
-Estarás
bien. Las dos lo estaremos.
La verdad es que me has dejado con bastante intriga al final! Sube ya el próximo cap!!
ResponderEliminarMuakss&Smile! :D
¿Cómo dejas así el final? Me has dejado intrigadísima...
ResponderEliminarQuiero seguir leyendo!!
Un besazo
Ugh... que mal rollo... ¿Qué pasará? :S
ResponderEliminarQué tensión, y lo peor de todo, es que nos has dejado con todo el misterio de lo que va a suceder!! :)
ResponderEliminarUn beso!
Hola! Soy nueva en tu blog y me ha gustado mucho! Voya empezzar a leerme tu historia desde el primer capitulo! Ya tienes una seguidora mas! Si quieres pasate por mi blog: http://nicki28cool.blogspot.com.es/ un beso enorme!
ResponderEliminarUuuyyysss que intriga!!
ResponderEliminarQuiero el siguiente pero YA!
Muakis
Me ha encantado la felicidad que transmitía Kat al principio, ha hecho que yo también la pudiera sentir :3 Pero, al final, con la aparición de esa mujer...me ha dado un mal rollo :S
ResponderEliminarAunque la verdad es que la actitud de Cassie me ha dejado admirada :)) Creo que ya lo he dicho otras veces, pero me encanta este personaje *-*
espero con ansia el próximo capítulo!! Un abrazo ^^
Laura, tienes un premio en mi blog, pasate cuando puedas :)
ResponderEliminarMuakss!
PD: Claris y yo nos hemos creado un blog juntas, te puedes pasar?
Eliminarhttp://ayc-dos-hermanos-poco-corrientes.blogspot.com.es/ :D
Muakss y gracias!
¡Qué bello fue verlos a todos juntos! Estoy segura de que Kat extrañaba eso, y lo necesitaba más que nadie. Aunque sí que fue un golpe el comentario de Simon... pero yo siempre digo que se ama a cada persona de una forma distinta o, por lo menos, esa es mi opinión.
ResponderEliminarQué mal lo de la mujer esta... espero que no le haga daño a Cassie ni a nadie de su familia, con lo buena y dulce que es...
Me encantó el capítulo, por si no se nota :). Estuve ausente por bastante tiempo en Blogger, ¡pero YA me termino de poner al día con tu historia!
La verdad es que comprendo muicho a Cassie, debe de ser difícil vivir tranquila pensando que los malos pueden estar detrás de ti.. y ya no es lo que te hagan a ti, si no a las personas que mas quieres
ResponderEliminar(sigo leyendo...)