En peligro
A
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pagué el despertador de
un golpe y enterré de nuevo la cabeza entre las mantas. Todo iba mal, muy mal.
Hice cálculos mentales: era 9 de octubre y ya había pasado dos días sin saber
nada de Samuel.
El domingo, a primera
hora de la mañana, había vuelto a aquel callejón y no había encontrado nada,
era como si allí nunca hubiese pasado lo que yo sabía que había ocurrido. Tras
aquello, había volado hasta su casa, sin tanta prisa como la última vez que
había hecho ese recorrido, perfectamente consciente de que si le habían hecho
algo llegaría tarde de todos modos. Y tampoco encontré nada, a pesar de
intentar entrar en la casa por todas las maneras posibles. En un último y
desesperado intento, había recorrido los bosques de los alrededores, obteniendo
el mismo resultado que en los dos casos anteriores.
Al
día siguiente, el lunes, no había tenido tiempo de seguir buscándolo. Durante
el horario del instituto no dejé de intentar encontrarlo con la mirada, pero no
apareció. Por la tarde había tenido entrenamiento, a pesar de haber sido el
cumpleaños de mi hermano. Exceptuando a mi madre, ninguno de los miembros de mi
familia dio demasiada importancia al hecho de que fuese su cumpleaños, y en
este grupo incluyo a mi hermano. Hacía años que no celebraba una fiesta de
cumpleaños.
Me
levanté a duras penas, repitiéndome una y otra vez que con quedarme tumbada en
la cama no lograría nada y, una hora después, estaba atravesando la puerta del
instituto.
-¿Ayer
tuviste clases? –preguntó Cassie, intentando mantenerse a mi altura, mientras
caminábamos hacia el patio.
-Sí
–respondí simplemente, sin prestar gran atención a la conversación. Tenía la
esperanza de ver aparecer una figura rubia y sonriente de entre la gente, y
tenía mis sentidos concentrados en encontrarle.
-Son
en tu casa, ¿no? –continuó mi amiga con el interrogatorio.
-Sí
–repetí.
Hizo
una mueca que no terminé de identificar y añadió:
-¿Has
empezado a estudiar historia?
Le
agradecí de nuevo que se inventase la excusa por mí y asentí, al tiempo que
murmuraba un “ajá”.
Cassie
dio una zancada y se situó frente a mí, con una expresión de enfado
inconfundible. Y cuando sacó mi libro de historia de su mochila, supe que había
metido la pata. Que eso no iba a ser fácil de arreglar.
-Y
dime, Kat, ¿con qué libro? Porque dudo que fuese con el tuyo. ¡Me has mentido!
Fui ayer a tu casa y no había nadie. Absolutamente nadie. No soy estúpida.
Siempre supe que me ocultabas cosas. Pero no me entrometí porque me decías que
no podías contármelo. ¡Y lo respetaba! Lo que no puedo soportar es que me
mientas, y menos después de lo sincera que yo he sido contigo. ¿Sabes que eres la
única persona a la que le dije lo de mis padres? Y lo hice porque confiaba en
ti –terminó. No se me pasó por alto el “confiaba”.
-Cassie,
lo siento. Yo… -comencé, esforzándome en buscar algo que decir.
-Si
lo que va a salir de tu boca no es la verdad, mejor mantenla cerrada –ordenó
con la mandíbula apretada y los ojos llorosos.
Hice
lo me dijo y mantuve la boca cerrada. No iba a mentirle, pero tampoco podía
decirle la verdad. Cassie me lanzó una última mirada, una de las que dicen
claramente que o hablaba entonces, o callaba para siempre; y, al ver que
escogía la segunda opción, se giró decepcionada y se fue.
Viendo
cómo se alejaba por el patio, las lágrimas anegaron mis ojos. Había defraudado
a Cassie y no podía culparla por su enfado. Y eso hería también mi orgullo, el
saber que ella tenía toda la razón.
Agarré
el libro que mi amiga, si todavía podía llamarla así, había dejado caer en el
suelo y lo tiré en un contenedor apartado de la muchedumbre al que, segundos
después, avasallé a golpes.
Me
acurruqué un poco más entre los cojines del sofá y dejé escapar un sollozo.
No
sabía qué hacer y tenía miedo. Había perdido a mi mejor amiga y a mi… a Samuel.
Y ambas cosas habían sido por mi culpa.
Me
levanté desesperada y pateé, de nuevo, la puerta que no había conseguido abrir.
Tras aquella puerta tenía que haber algo que me ayudase a encontrar a Samuel o,
al menos, a defenderme de los monstruos que me lo habían arrebatado: un arma,
un libro, una simple pista de dónde encontrarle.
Chillé
exasperada al comprobar que no cedía. ¿Cómo era posible que la puerta de una
habitación fuese más resistente que la puerta de entrada? Había conseguido
abrir la puerta principal de la vieja casa tras forzar la cerradura a duras
penas y darle unos golpes al tablón de madera. ¿Por qué no podía forzar
aquella?
Me
dejé caer en el suelo, con la espalda apoyada sobre la maldita puerta.
Yo
no quería eso. No quería llorar por unos amigos que mi condición de arcángel me
había hecho perder. Solo quería ser una chica normal, con un novio normal y con
amistades normales. Quería reírme de los ilusos que creían en seres
inexistentes como los ángeles. No quería sufrir esa condena que no había pedido.
¿Acaso me habían ofrecido la oportunidad de ser como cualquier adolescente?
Levanté la cabeza al escuchar unos pasos y
gateé para esconderme detrás del sofá. Busqué algo con lo que poder defenderme
en caso de necesidad, pero no encontré nada.
-¿Pero
qué diablos ha pasado aquí?
Asomé
la cabeza tras el sillón, esperanzada. ¿Esa voz era la de…?
Me
levanté de un salto y me acerqué insegura a la figura que examinaba la puerta
forzada.
-Samuel…
-susurré. La alegría de verle, de saber que estaba vivo, me asedió, pero, por
alguna razón, no podía expresarla. Sentía la necesidad de ser precavida.
-¡Kat!
¿Qué haces aquí? Es peligroso, podrían estar vigilando la zona. No deberías
haber venido, no deberías acercarte a mí. Te encontrarán –dijo, tomándome la
mano.
Le
observé. Tenía los labios cortados, un ojo morado, un corte en un pómulo y una
pequeña brecha en la ceja derecha. Además, reparé en que cojeaba un poco al
andar.
Ignorando
a la precaución, lo abracé con delicadeza, intentando no hacerle daño. Lloré las pocas lágrimas que todavía
conservaba, pues últimamente parecía que eso era lo único que hacía: llorar.
-Yo
no quería dejarte solo, ¡he sido una estúpida! Lo siento…
-Tranquila
–me calmó con voz dulce. Sus palabras me sentaron como una dulce caricia sobre
la piel –. Hiciste lo correcto marchándote. No quiero ni pensar lo que habría
pasado de haberte quedado…
-¿Qué?
–le interrumpí, al tiempo que me
separaba de él para poder mirarle a los ojos. Ya no lloraba y tenía la
mandíbula firmemente apretada -¿A qué te refieres?
Dudó
un segundo antes de responder:
-Van
a por ti, Kat –murmuró. Intentaba sostenerme la mirada, pero terminó por
desviarla.
-Pero…
si yo no he hecho nada. ¡No los conozco de nada, Samuel! ¿Qué pueden querer de
mí? ¡No puedo ser yo!–mi voz era temblorosa e insegura, pero gritaba, pues
estaba al borde de la histeria. Necesitaba respuestas, necesitaba un por qué.
-¡Cálmate!
Todo va a salir bien, ¿vale? Kat, piénsalo. Eres la única arcángel y eso ha
hecho que centren su atención en ti.
Parpadeé
un par de veces y respiré profundamente. Cuando me aseguré de que estaba
calmada, expuse:
-¿Y
qué más da? No tengo nada especial. No tengo nada que merezca la pena…
-interrumpí mi frase y formé una nueva, cuando caí en la cuenta de lo que
pasaba en realidad –Pero ellos no lo saben. –sentencié.
Samuel
sostuvo mi mirada y asintió.
-¿Qué
fue lo que pasó el otro día? –inquirí de repente.
-Después
de que te marcharas –comenzó –tuvimos un… enfrentamiento. Como ves, no salí
bien parado. Tardé un día entero en llegar a casa, porque estaba herido y
desorientado, pero luego me fui recuperando. Me pasé un buen rato en cama y llegué
a la conclusión de que iban a por ti. Quería avisarte, decirte que tuvieses
cuidado. Pero podrían haberme seguido y no quería arriesgarme a que te encontraran.
-Eran
seis… ¿cómo lograste escapar?
Cuando
habló, su voz sonó sombría:
-Cuando
te tienes que valer por ti mismo durante toda una vida –susurró –aprendes cosas
que de otra forma te resultaría imposible. Sé que no todas ellas son buenas,
pero sí necesarias. Cuando creces por la fuerza, Kat, ves las cosas de otra
manera.
Y
escuchando como hablaba, supe que lo que decía era verdad. Que, en cierto modo,
había una diferencia de pensamiento entre nosotros mucho mayor de lo que habría
podido imaginar. Pero, por otro lado, ¿acaso no seguía siendo un chiquillo solo
y asustado al que habían hecho daño?
-Tengo
que decírselo a mi padre. No me gusta pedirle ayuda, pero él sabrá qué hacer.
-No.
Escucha, Kat. Si estoy en lo cierto, el grupo del otro día te ha perdido la
pista. Pero podría haber más buscándote…
-¡Por
eso mismo tengo que decírselo! –interrumpí.
-Déjame
acabar –pidió. Asientí y él continuó –. Sabes perfectamente cómo funciona la
fluctuación de energía, ¿verdad?
Asentí.
-Bueno,
pues nuestra energía fluctúa con mucha más fuerza cuando somos completamente
ángeles, es decir, cuando seguimos nuestro instinto de ángeles: matar a los
ángeles negros. Si tu familia lo descubre, liberareis demasiada energía y eso
atraerá a los monstruos. Kat, escúchame bien, tienes que ser lo más humana
posible. No puedes dejar que tu parte de arcángel te controle. ¿Entiendes?
Y
en ese instante lo entendí lo que quería decir, pero di otra interpretación
distinta a la frase. Ciertamente, no iba a dejar que mi parte arcángel me
controlase.
-Sí…
Y ahora sé perfectamente lo que tengo que hacer.
Es una alegría saber que Samuel está bien. Bueno, medianamente bien xD. Aunque me dolió lo de Cassie... supongo que me la veía venir igual, en cierta forma, pero... estoy segura de que lo van a solucionar. Digo, por algo son mejores amigas :) Espero que la decisión que tomó Kat sea la correcta. Por más que todavía no sepa cuál es xD.
ResponderEliminar¡La trama se pone cada vez mejor, me encanta!
Si querés, ¿te pasarías por mi historia? Sino no hay problema :). Es esta:
http://dentrodeuncorazon.blogspot.com
Me parece increíble que Samuel se sacrificara por Kat y se quedara a luchas contra los ángeles negros para que ella pudiera escapar... Ya pensé que le iba a haber pasado algo muuuy gordo...
ResponderEliminarPobre Kat, me da pena que no pueda llevar una vida normal y que discuta con Cassie, pero tengo la impesión de que, al final, too se va a solucionar :)
¡Sigue escribiendo así! Un besazo, guapa
Aisshh ¡Qué mal lo de Cassie y Kat! Ojalá que lo arreglen pronto. Y qué bien que Samuel esté bien :) Me encanta el giro que está dando la historia. ¡¡Con ganas de más!!
ResponderEliminarHice un dibujo de Kat y Sam, lo puse acá:
ResponderEliminarhttp://s1231.photobucket.com/user/Kuroneko15/media/KxS_zps00577ab8.jpg.html?sort=3&o=0
Quería hacer la escena donde Sam le besaba la frente, pero se me ocurrió una posición linda y bueno, hice esa xD. No estaba segura de la apariencia de Kat, así que la hice como en mi mente.
Espero te guste, y tenga la oportunidad de hacer otro :). Aunque no sé si la próxima no sería más cómodo subirlo a Tumblr xD.
Uff! Pobre Cassie y pobre Kat también.... La verdad es que ambas son mejores amigas y las mejores amigas al final arreglan sus problemas y vuelven a estar juntas. Lo tengo por seguro :)
ResponderEliminarQué bonito lo que hizo Samuel por Kat! Y menos mal que está bien! Bueno, más o menos bien... O mejor dicho, menos mal que está vivo y no le ha pasado nada demasiado grave.
Esperemos que a partir de ahora Kat controle su parte de arcángel!
Me encanta el capítulo! Precioso!!
Siguiente ya!
Besitos :)
Ah!! Y por cierto! (Qué se me olvidaba lo más importante)
Eliminar¿Qué tal en Francia?
Espero que muy pero que muy bien!
¿Viste la Torre Eiffel? ¿Y disfrutaste del viaje? Esto es lo más importante, si disfrutaste, pues entonces el viaje fue genial seguro :)
Besitos :)
que mal lo de Cassie y kat..a ver si lo solucionan..
ResponderEliminarsuper interesante el capitulo!!! sigue así!! ^^ me encanta!!
un besoo
¡Hola!
ResponderEliminarHe recibido bastantes comentarios, tanto en este cap. como en el anterior, preguntándome cómo me había ido en Francia (muchas gracias a todos, es muy bonito que alguien que no conoces en persona se preocupe por ti). Me ha ido genial, tanto la Bretaña como París son preciosos. Os aconsejo que no desaprovecheis la oportunidad de hacer un intercambio si se os ofrece algún día :)
Aprovecho para darle las gracias a todos los que leeis y comentais, mantenéis este blog vivo :)) ¡Sois geniales!
Un beso
Que bien que haya vuelto Samuel. Pobrecito. Que mono, protegiéndola :) A ver como soluciona lo de Cassie.
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