Cuando el miedo
toma el control
-M
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e asusté –confesé mientras observaba
como fregaba la sangre del suelo.
En ese momento,
sabiendo lo que de verdad había pasado, no pude reprimir una sonrisa. Recordar
el miedo que había sentido al pensar que esa sangre pertenecía a Samuel me
resultó estúpido cuando supe que era de un animalillo que se había colado en su
casa y que, obviamente, había salido mal parado. “Me sorprendió y fui un poco
bruto” me había dicho Samuel hacía un momento.
-Siento
que lo hayas pasado mal por mi culpa –murmuró mientras se acercaba a mí y me
rodeaba con los brazos.
Le
aparté con delicadeza. Cualquiera diría que después de habernos besado podría
abrazarle sin problemas, pero no. Antes todo había salido espontáneo, sin
pensar, solo me había dejado llevar. Pero cuando me paraba a pensarlo, me
sentía insegura.
-Lo
siento –susurró, con la cabeza baja.
Le
miré a los ojos y durante un eterno segundo el silencio se extendió entre
nosotros.
-De
todas formas –dijo él, finalmente –. Aunque lo de la sangre no ha sido nada,
creo que tu padre y tu hermano tienen razón en sus otras conjeturas.
Me
puse tensa. Le había expuesto las sospechas de mi familia cuando caminábamos
hacia la casa.
-¿De
veras crees qué…? –me atraganté con las palabas.
-¿Qué
hay ángeles negros por la zona? La verdad es que daría cualquier cosa para demostrar
que es mentira, pero es la única explicación razonable.
-En
ese caso no deberías quedarte aquí solo. Puede que esta vez haya llegado a
tiempo, pero ¿quién sabe si te alcanzarán la próxima vez? Samuel, en mi casa
hay una habitación libre, podrías quedarte hasta que se resuelva el…
-Eh,
Kat, tranquilízate. Sé cuidarme, estaré bien. Nadie resultará herido, te lo
prometo.
Sus
palabras lograron tranquilizarme un poco, pero el hecho de que hubiese ángeles
negros por la zona me producía un miedo inmensurable. Lo que sabía sobre ellos
era poco, pero me bastaba para saber que eran peligrosos e, incluso,
mortíferos.
-De
acuerdo, me fiaré de ti –entonces, recordando algo que me habían dicho mis
amigas esta mañana, comenté –Podríamos ir a la feria esta noche, a mí me vendría bien para despejarme un poco.
Saqué
el móvil para mirar la nota en la que había apuntado la hora a la que habíamos
quedado.
-A
las nueve delante del restaurante francés ¿te viene bien? – tras ver como asentía
con la cabeza, exclamé -¡Qué tarde es! Me estarán esperando en casa, tengo que
irme. Nos vemos por la tarde –me acerqué a él, le besé la mejilla con timidez y
me dispuse a irme.
-Kat
–me llamó cuando estaba saliendo –, cuídate.
-Lo
mismo digo.
Escudriñaba
la marea de gente que me rodeaba con desconfianza y miedo, repasando
mentalmente todo lo que había averiguado sobre los “monstruos” que,
supuestamente, habían invadido Codeeral.
Había
pasado la tarde hojeando un par de libros que había conseguido cogerle a mi
padre. Mi decepción fue enorme al descubrir que uno de ellos estaba escrito en
una lengua arcaica, por lo que apenas pude identificar un par de palabras. El
otro era perfectamente legible para mí, y esto fue lo poco que descubrí: los
ángeles (o arcángeles) negros tenían apariencia de ángeles normales, pero con
alas del color de la noche. El árbol del fuego tenía sobre ellos el mismo
efecto que el árbol del amor sobre mí, y no había podido descubrir cuál era la
piedra dañina para ellos, ni siquiera sabía si la tenían. Tampoco sabía el
origen de ese tipo de ángeles, pero había leído que cuando la situación era
amenazante o violenta, el odio los
corroía y hacía aparecer un incontrolable instinto asesino en ellos.
Y
eso último me asustaba: si no se iban del pueblo rápido, mi padre actuaría, lo
que causaría una situación violenta, sin duda alguna. Me asustaba que mi
familia acabase herida, pues, aunque nuestra relación no era buena, era mi
familia.
-Siento
llegar tarde –me giré, sacada con fuerza de mi ensimismamiento.
Samuel
había llegado. Me tendió una mano para ayudarme a levantarme del bordillo de
acera en el que estaba sentada. Permanecimos agarrados mientras caminábamos
entre la multitud, aunque era difícil, y decidimos atajar por una calle poco
transitada.
Apartados
del bullicio de la gente, Samuel se acercó más a mí. Sonreí y me pegué más a
él, con cariño.
De
repente, me separé de un salto, colocándome con las rodillas flexionadas y los
nervios a flor de piel. Mi mirada viajaba por todas y cada una de las paredes
del callejón, buscando lo que había disparado todas mis alarmas.
-¡Kat!
¿Qué te pasa? –chilló Samuel confuso.
-¿No
lo sientes? Están aquí.
-Tienes
un buen instinto, aunque es propio de los que son como tú saber que estamos
antes de vernos –dijo una voz profunda y burlona tras de mí.
Me
giré en redondo y vi una figura imponente que avanzaba hacia nosotros por la
entrada de la corredera. Tras ella avanzaba otra y tras esta, una tercera.
Siguieron entrando hombres hasta alcanzar el número de seis. Mi amigo me cubrió
con su cuerpo, protector. Por encima de su hombro, pude ver como uno se
acercaba a nosotros de forma intimidante, dispuesta a luchar.
-¡Espera!
–gritó una de las figuras que se encontraba más atrás, en la sombra, mientras
avanzaba hacia delante.
Al
principio únicamente pude distinguir su figura, no era el más alto o
corpulento, pero aún así el otro le obedeció. Luego, al acercarse más, pude ver
su rostro y el miedo, que ya había tomado parte de mi control, me pudo. Sus ojos negros me escrutaron y yo
cerré los míos, preparada para sentir de nuevo la oleada de dolor. Los abrí
lentamente al no notar nada. ¿Qué había pasado? ¿Por qué no sentía dolor? Entonces caí en la cuenta de que era la
primera vez que lo veía solo, sin el alto y supuse que el dolor lo producía el
otro. Él era el que estaba siempre presente cuando yo sufría mis ataques de
pánico.
-Déjame.
Voy a partirle la cara a ese de ahí –gruñó el de figura amenazadora.
El
moreno volvió a hablar:
-No
te precipites. Él es el que… -paró en seco y lanzó una mirada significativa a
su grupo de partidarios. Tras eso miró en nuestra dirección y añadió -: ¿Por
qué no dialogar? Queremos…
-Sé
lo que queréis –soltó Samuel, cortante –. Lo tengo yo. Y no pienso dároslo.
El
joven entrecerró los ojos y dijo, con la mandíbula apretada a causa de la
tensión de la situación:
-Has
metido la pata. ¿Sabes? No soy el tipo de personas que da segundas
oportunidades y has desperdiciado la primera. Si no estás dispuesta a
entregarla por las buenas, la cogeremos por las malas. Aunque eso signifique
acabar contigo.
-Que
así sea –murmuró Samuel. Era increíble la calma que parecía poseer, ya que yo
estaba al borde de la histeria. Pero cuando los seis hombres adoptaron posición
de lucha, se puso tenso y me ordenó, todavía sin girarse -: Kat, vete.
-¡¿Qué?!
¡No! Nos vamos los dos, Samuel.
Solo
entonces se permitió gastar un segundo en girarse y mirarme. Mirarme con esa
gélida mirada que me hacía encogerme y obedecer a sus palabras.
-Kat,
vete –repitió.
Intenté
con todas mis fuerzas resistirme, pero una fuerza descomunal se hizo con el
control de mi cuerpo y me obligó a correr. A correr todo lo lejos que me
permitieron mis piernas. Por el rabillo del ojo alcancé a ver como una de las
figuras avanzaba en mi dirección y también me pareció ver el puño de Samuel
golpeando su cara.
Luego
todo estaba borroso: salí del callejón por el otro lado y me sumergí en una
calle transitada, abriéndome paso a golpes, corriendo. Miraba a la gente, pero
no los veía; la escena que acababa de vivir se repetía una y otra vez en mi
cabeza y cada vez le encontraba menos sentido. Cuando llegué a la plaza, donde
deberían estar mis amigos, me paré, jadeando.
¿Qué había hecho? Acababa de dejar solo a Samuel con esos monstruos.
Había firmado su sentencia de muerte. Debía volver, pero una parte de mí, la
misma que me había obligado a marcharme, me impedía hacerlo.
-¡Kat!
–gritó una voz chillona tras de mí. Era Alison, seguida del resto de mis amigos
–Por fin llegas.
Me
agarró la manga del jersey y tiró de mí, diciendo que iban a comprar algodón de
azúcar. Al llegar al puesto, me quedé atrás, mirando cómo hacían cola para
conseguirlo. En ese momento podrían estar haciendo cola para ver al mismísimo
rey y no hubiese prestado mayor atención. Sólo quería saber que Samuel estaba
bien, que no había sufrido ningún daño por mi culpa.
-Vuelve
al mundo –me dijo Cassie, acercándose a mí. Nathan caminaba a su lado y me
tendió un palo de algodón de azúcar. Lo acepté, para poder entretenerme con
algo.
-¿Qué
te pasa? –me preguntó. Iba a contestar “nada” cuando añadió –: Di la verdad, Kat.
Me
conocían demasiado como para no darse cuenta de cuando les ocultaba algo.
-Prefiero
no hablar del tema. ¿Podemos cambiar de conversación? –terminé murmurando. Mis
amigos intercambiaron una mirada y asintieron.
-El
lunes te devolveré el libro de historia que te cogí por la mañana, ¿vale?
Necesito fotocopiar un par de páginas. Por cierto, ¿qué os parece si quedamos
el lunes por la tarde?
-Tengo
clases –murmuré con un hilo de voz.
-El
martes, entonces –dijo Nathan, con fingido entusiasmo.
Admiré
sus esfuerzos por hacerme pensar en otra cosa. Era obvio que ambos querían
saber que me rondaba en la cabeza.
Y
no creo que su interés disminuyese cuando, saturada por mis pensamientos y
miedos, abracé a Cassie y dejé que las lágrimas de puro terror al pensar en lo
que podía haber causado, rodaran por mis mejillas.
Hola guapa, que tal te ha ido en francia ??? ueno, el capítulo todavía no me lo leí, porque quería preguntarte eso antes de todo, pero el capitulo seguro que va a ser igual que los anteriores... PERFECTO.
ResponderEliminarUn besito
Annie
chbdshjcbsdhcbjdh cvdcvh fjhdf
ResponderEliminar¿Por qué se ha ido? Van a matar a Samuel :(
Hooola!! Que tal tu visita en Francia??
ResponderEliminarEl cap está magnífico, como siempre
Muakis!!!
Primero de todo, siento haber tardado tanto en comentar, he estado ocupada.
ResponderEliminarSegundo, espero que te haya ido bien en Francia :)
Me ha encantado el capítulo, ha sido como muy impactante :o Ya estoy deseando saber que hacen los ángeles negros con Samuel...
Sinceramente, espero leerte pronto! Un besazo guapa!
Holaaaa!!!! jejeje Como estás?? jeje Pues sABES? ME ENCANTA TU BLOOOG!! EL DISEÑO, COMO ESCRIBES, absolutamebte TODOOO!!! y por eso mismito TE SIGOOO!! jejeje me super encanta jeje Y bueno que...Aaah y bueno que yo también tengo blog, es este:
ResponderEliminarhttp://elmundodeegnia.blogspot.com
Pásate, míralo. comenta o lo que quieras, para eso esta jeje Y bueno si quieres seguirlo, pues me haría muchísimas ilusión jeje Y así de paso nos seguimos y comentamos mutuamente, porque pienso seguir pasándome por aquí jeje Muchos MuakiSs.. xD
Por alguna razón, ya me parecía que buscaban a Sam y no a Kat... pero entonces, ¿por qué la atacan a ella y no a él?
ResponderEliminarEl capítulo estuvo muy emocionante. ¡Ya quiero ver qué pasa! Y tiene que haberla asustado mucho para que llore, pobre Kat...
Me da un poco de lástima haber llegado ya al último cap... no me va a quedar otra que esperar el capítulo siguiente con ansias :)
ME ENCANTA! Espero que te haya ido bien en Francia y que lo hayas disfrutado. ¡Sube pronto! (^3^)
ResponderEliminarAda :)
me alegra saber que todo haya ido genial por Francia!! ^^
ResponderEliminarVolviendo al capi: me ha encantado! ha estado muy interesante con esto de los angeles negro.. a ver como se desarrolla todo...
un besoo
psd: al rato seguiré con el otro capitulo :)
Hola Laura! Me ha gustado muchisimo el capítulo, estuvo muy intetesante y lo leí muy rápido. Me pregunto que es aquello que buscan esos ángeles negros, y que oculta Samuel
ResponderEliminarTe seguiré leyendo :)
Pobrecita Kat. A ver si se soluciona lo de los angeles negros :)
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