Isaac
O
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bservé fijamente a mi
hermano, plantado en el umbral de la puerta con una expresión que no daba
cabida a nada que no fuese el odio. El pelo humedecido por la reciente ducha le
caía sobre la frente, pero eso no impedía que sus ojos de hielo y zafiro me
perforasen con sus acusaciones. Cassie, a mi lado, contuvo la respiración y me
lanzó una mirada, sin saber qué hacer. Respiraba de forma agitada y alternaba su
mirada de grandes ojos de mi hermano a mí, con clara indecisión.
Me
gustaría haberla tranquilizado con una mirada reconfortante, pero Isaac y yo
estábamos participando en un duelo mudo, retándonos con la mirada.
-Sí,
se lo he contado –me decidí a responder, pero manteniendo la mirada fieramente
-. Y de no haberlo hecho, es posible que ninguno de nosotros dos saliese vivo
de lo de esta mañana.
Su
cara, enmarcada en marcas de quemaduras, se contrajo en una mueca.
-¡No
me vengas con pretextos! Le has contado todo… -su atención se centró
repentinamente en Cassie, que se encogió, esperando gritos. Aunque él se
contuvo de gritar, su voz sonaba claramente contenida y llena de desprecio
–Vete, Cassandra.
A
pesar de la manifiesta orden de su voz, mi amiga me miró de forma inquisitiva.
Era consciente de que me apoyaría en lo que decidiese y, negándome a meterla en
la discusión, asentí. Ella me lanzó una última mirada de apoyo y se marchó. Al
cruzarse con mi hermano, agachó la cabeza. La gente habituaba a hacerlo, era
frío y se negaba a mostrar aprecio hacia cualquiera. Su mirada altiva habituaba
a intimidar a los que se enfrentaban a él y su actitud era, en resumen,
poderosa y arrogante. Si a los patrones acostumbrados se les sumaban las
horribles marcas de su cara, no era de extrañar que Cassie evitase mirarle.
-¿¡Acaso
te has vuelto loca!? –exclamó, escupiendo cada palabra como si pretendiese
perforarme con ellas.
Oprimí
los puños y me esforcé en no gritar.
-No,
Isaac. No me he vuelto loca. Pero ella es mi mejor amiga y no podía seguir
ocultándoselo. No se lo dirá a nadie y ya se ha demostrado que está de nuestro
lado. Confío en ella, Isaac, porque eso es lo que hacen los amigos. Pero,
tranquilo –terminé con ironía –, no te culpo por no entender de qué hablo, dado
tu empeño por odiar a todos los que te rodean.
-Escucha,
pequeña insensata, esto va mucho más allá. ¡Hemos guardado el secreto durante
décadas y tú no puedes mantenerte callada! ¿Por qué no puedes guardarte el
secreto de toda una especie? ¿Por qué tenías que contárselo?
-¿Quieres
saber el por qué? Lo he hecho porque puede que a ti te baste con los entrenamientos
y tu vida de arcángel para ser feliz, pero a mí no. Mis amigos son lo más
importante que tengo. A diferencia de ti, tengo una vida a parte de la
angelical. Y tal vez tú seas feliz siendo el preferido de papá, pero…
-¿Yo?
–me interrumpió con un súbito ímpetu -¿Qué yo soy el preferido de papá, Kat?
–abrí la boca para reprocharle, para recriminarle que no podía negar eso. Pero
al escucharle pronunciar mi nombre, la cerré bruscamente. “Kat”, así me había
llamado. No “princesa”, “pequeña”, “hermanita”, ni ningún otro apodo. El hecho
de no haberle escuchado pronunciar mi nombre ni una sola vez en mucho tiempo,
hizo que aceptase escucharle. -¿De veras no ves, Kat, que en esta casa y en
todos los lugares en los que estás, el mundo gira alrededor de ti? Desde el día
en el que descubrieron lo que eras, te convertiste en el centro de todas las
miradas. La gente no venía a hacer visitas de cortesía, no venían a ver cómo
estaban los niños. Venían a verte a ti, la niña prodigio. Eras mejor para todo:
eras más divertida, más interesante, más abierta, más… perfecta. Era como si yo
no existiese; los únicos que me prestaban atención eran los amigos humanos de
mamá. Pero cualquiera con el más mínimo conocimiento sobre el mundo celestial
centraba su mirada en ti. No lo entendía, ¿por qué todo el mundo te idolatraba?
Eras diferente, lo supe siempre, pero no por eso tenías que ser mejor. O, mejor
dicho, no por eso tenía que ser yo peor. Fue ahí donde empezó mi hambre de
poder. Si entreno tanto, si vuelco mi vida en esos entrenamientos, si sacrifico
mi vida humana por mi faceta de arcángel, Kat, es para luchar por
ese mínimo de aprecio y atención que perdí hace ya muchos años. Lo hago porque
te envidio.
Sus
palabras me dejaron sin habla. ¿Acababa Isaac, el frío y fuerte Isaac, de
confesar que sentía envidia por mí? Era tan… irreal.
Sin
esperar mi respuesta, mi hermano se dio la vuelta y se fue, dando un fuerte
portazo cuyo eco flotó en el aire durante unos segundos que me parecieron
eternos.
No
sé cuánto tiempo me pasé pensando en esa conversación desde la marcha de Isaac.
Mis sentimientos, los suyos… todo era una masa borrosa de ideas por fin
expresadas. Miles de ideas pasaron por mi mente, todas las posibles excepto
una: reconciliación. En ningún momento fui tan ingenua como para pensar que el
hecho de sincerarnos el uno con el otro fuese a fortalecer nuestra relación;
todo lo contrario, sabía que a partir de entonces seríamos incluso más fríos el
uno con el otro y que, en una temporada, evitaríamos mirarnos a los ojos, temiendo
que, de cruzar la mirada, el otro iniciara una conversación sobre este tema.
Tras
cavilar durante mucho tiempo, me permití el lujo de pensar en otra cosa. Me
descalcé y salí al pasillo, procurando no hacer ruido. Caminé de puntillas,
encontré la caja que estaba buscando y, tras coger uno de los numerosos
saquitos de tela que contenía, volví a mi habitación. Arrastré la silla hasta
el armario del que, después de hurgar un rato en el estante superior, apartando
montones de cosas viejas, saqué lo que unos días antes había guardado.
El
polvoriento libro que era pesado, compacto y claramente viejo. Lo dejé
caer sobre el escritorio y pasé las hojas hasta llegar a el apartado que había empezado
a ojear el otro día, “Árbol de fuego, utilidades y efectos”. Releí las primeras
páginas del apartado y, tras unos minutos, me topé con nueva información.
Mi
mirada voló sobre las palabras hasta que encontré unas palabras que me hicieron
centrarme en ese párrafo. “La mayor
fuerza de este árbol tiene lugar cuando es un elemento vivo, perteneciente a la
naturaleza, pues su energía es transmitida a través del patente contacto entre
todos los elementos. Sin embargo, la energía de este árbol persiste tras su
talla, si bien en menor proporción y en un período de tiempo limitado. Las
estacas, virutas o cenizas del árbol de fuego, tienen efectos leves sobre los
ángeles negros a no ser que cuenten con contacto directo y su fuerza es solo
aplicable mientras no se alcanzan los dos meses de su talla…” Eso me
bastaba. Me metí el pequeño saco en el bolsillo, bien al fondo para asegurarme
de que no se caería y, sin despedirme y dejando una única nota de “estoy
durmiendo” en la puerta cerrada de mi habitación, me fui por la ventana.
Golpeteé
la puerta con delicadeza, pero de forma impaciente. Quería verle y quería
hacerlo ya.
La
puerta se abrió solo un poco al principio pero, cuando unos interrogantes ojos
verdes exploraron el exterior, hallándome a mí como respuesta, la puerta se
abrió de golpe y Samuel salió a recibirme con un fuerte abrazo. Le correspondí
emotivamente, acariciando su pelo y absorbiendo su aroma.
Todavía
abrazados, murmuré junto a su oreja:
-¿Ya
te encuentras bien?
Él
asintió, a pesar de que noté que se tambaleaba ligeramente, cosa que me
preocupó por el tiempo que había pasado ya desde el altercado; pero hizo un
gesto con la mano, restándole importancia, y se separó. Sus ojos se fijaron en
los míos, provocando un agradable escalofrío que me recorrió de arriba abajo.
-¿Y
tú? –inquirió con un fuerte brillo de preocupación en la mirada. Hice una mueca
a modo de respuesta, apretando la mandíbula -¿Te han hecho algo, Kat? Cómo se
hayan atrevido a hacerte el más mínimo rasguño, te juro que…
Le
hice callar. Antes de que pudiese jurar nada, le callé con un beso. Y
mientras le besaba, mientras unía mi cuerpo al suyo, mientras le acariciaba y
recibía sus caricias; caí en la cuenta de lo mucho que le necesitaba a mi lado,
de lo mucho que le había echado de menos.
Una
vez dentro, le conté lo que había ocurrido ese día. Su reacción fue de odio y
preocupación a la vez, pero, lo que me sorprendió más, fue que incluyó también culpa.
-Te
prometí que no te harían daño y no he podido cumplir mi palabra. Yo... siento
no haber estado contigo, Kat. Si hubiese estado a tu lado no te habrían hecho
nada. ¡Maldita sea! Voy a encontrarles, y compensaré mi promesa, se lo haré
pagar –aseguró mirándome de forma decida.
Yo
sonreí y le abracé una vez más. A pesar de lo ocurrido por la mañana y de la
charla con mi hermano, esa fue una de las mejores tardes de mi vida.
Todo
lo que en su día había soñado era realidad en ese momento, acurrucada en el
sofá con Samuel, con un cuenco de palomitas calientes en mi regazo y una
comedia romántica en la televisión. Los besos, las caricias, las frases
cariñosas… todo estaba donde tenía que estar. Yo estaba donde tenía que estar,
porque, aunque en la habitación solo había dos arcángeles, me dormí sobre el
pecho de Samuel sintiéndome más humana que nunca.
Caminé
apurada por los callejones, lanzando plegarias a cualquier Dios que me
escuchase para que mis padres no hubiesen notado mi ausencia. Tanto
Samuel como yo nos habíamos quedado dormidos y, cuando por fin desperté de mi
sueño, descubrí con horror que eran las cuatro de la madrugada.
El
aire de las calles era fresco y me obligaba a refugiar todo lo posible la
cabeza y los brazos en el gran chaquetón que Samuel me había prestado. Había
insistido en acompañarme, pero no se lo permití, porque no me importaba que
asegurase estar bien, era evidente que todavía no estaba recuperado del todo.
Un
súbito frío me invadió y mi respiración se aceleró. La adrenalina comenzó
a circular por mis venas y por segunda vez en ese día, mis sentidos se
agudizaron, presintiendo el peligro.
Me
sentía observada. Giré bruscamente, con el corazón latiendo con fuerza en mis
oídos y distinguí algo al final de la calle.
Un
chico.
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Hola, lectoras!
Siento la tardanza del capítulo, me ha sido imposible subirlo antes :(
Espero que os guste el capítulo, he decido centrarme más en la conversación con Isaac y no dar muchos detalles de los momentos con Samuel, porque quería que conocieseis un poco más al "extraño hermano" de Kat, pero no quería alargar mucho el capítulo ;)
Os escribo esto para comentaros que mañana es el día de las Letras Gallegas (día en el que se homenajea a un autor gallego y a la literatura gallega, para resumir) y había pensado en que resultaría interesante subir un relato en gallego (con la traducción en castellano) como homenaje a este día, pero últimamente he subido tantas entradas que no eran capítulos que he pensado que tal vez se hacen algo cansinas, sobre todo teniendo en cuenta que todavía me faltan un par de ellas por subir :S Así que me gustaría recibir vuestra opinión, aunque sea un simple "sí" o "no" para saber qué hacer :) Sé que no queda mucho tiempo, pero acepto opiniones hasta mañana por la tarde :))
Un beso enorme y, como siempre, gracias por leer!
Has hecho bien centrándote en la discusión con Isaac, pero yo quería más Samuel y Kat :( Es que son tan perfectos los dos.. aish :)
ResponderEliminarA mí me encantaría leer el relato (si es en español, mejor que mejor, no sé gallego hehe)
Mi intención era escribir el relato en ambos idiomas, para que lo entendiese todo el mundo, pero haciendo, a la vez, un homenaje a las Letras Gallegas :)
EliminarLa verdad es que todavía no tengo claro de que va a tratar, pero intentaré escribir algo relacionado con este día ^^
¡Aw, a mí me encantó saber sobre Isaac! Pobrecito, mi amor... Qué horrible lo de la envidia, aunque entiendo por qué le pasó. Aunque Kat no crea que vaya a pasar, sería bonito que se arreglen... Creo que Kat también habló sin pensar.
ResponderEliminarQué lindo, por fin juntos con Samuel :). Ya era hora xD. Todo lo malo trae algo bueno aparejado, ¿o no?
Lo de la calle... por favor, lo último que necesitamos es al ángel caído, que no sea él >.<
Me gustó muchísimo, ¡espero saber más pronto!
Sobre lo del relato, sentite libre de subir cosas que no tengan que ver con la historia, es interesante saber sobre cosas que te interesan a vos :).
Me gustó mucho saber sobre Isaac, sus sentimientos y eso. La verdad me ha dejado impactada, no sabía que alguien tan frío pudiese ser así solo por envidia.
ResponderEliminarPor mi parte me gustaría que subieras el relato :)
Un beso muy fuerte.
Me encantó el capítulo :D y sí, estaba deseando saber más sobre Isaac...es muy intrigante su mente...
ResponderEliminarEl chico, dime que es el exnovio :S
Vale, súbelo :D Mi padre es gallego jajajajajja Así que lo entiendo ;D
Me encanta el hermano de Kat, pero ella y Samuel me enamoran ^^
ResponderEliminarMe parece una muy buena idea, a mí personalmente me encantaría ;)
Muchos besos :D
Me encantó saber cositas sobre Isaac, es un personaje muy intrigante y eso de que tiene envidia de Kat pues es.. algo inesperado totalmente.
ResponderEliminarTambién me encantó el momento Samuel y Kat, son tan monos jeje
Y lo del relato seria genial, aunque siento haber comentado un poquito tarde.. jiji
Besitos :)
me gustó saber más sobre Isaac, es horrible estar en segundo plano, espero que se arreglen las cosas antes de que por culpa de la envidia se compliquen las cosas...
ResponderEliminarque majos Samuel y Kat, me encantó su momento...
un besooo
Hola Laura! Ayyy me conmovio Isacc, aunque no comparta en absoluto esos sentimientos. Que se yo nunca sentí envidia por nada xD Y no es que tenga la vida perfecta, lo que pasa es que creo que todos somos especiales, y sí no sabemos ver aquello nunca nos daremos cuenta de quien sí puede :)
ResponderEliminarQue hermoso momento el de Samuel y Kat *-*
Te seguiré leyendo :)
Hasta pronto!
Whoa...la historia de Isaac me dejó -> :OOO
ResponderEliminarMe dió una pena el pobre T.T No le hacían caso )):
Y el momento entre Sam y Kat fue absolutamente precioso, me emocioné en la parte de: "Yo estaba donde tenía que estar, porque, aunque en la habitación solo había dos arcángeles, me dormí sobre el pecho de Samuel sintiéndome más humana que nunca." Me gustó muchísimo ^^ >.<
Y, como no, dejaste el suspense final que hace que quiera leer pero YA el próximo capítulo.
Gracias por otro capítulo genial!! :3
Los reyes me han regalado una tableta y puedo leer blogs y se leen también ^^
ResponderEliminarYa estoy de vuelta leyendo tu historia :) Me ha encantado saber que le pasaba a su hermano, por fin.
Leeré mañana mas. Quien es ese chico?!
Besos <3