Defendiendo la vida
M
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e giré de nuevo y seguí
caminando, intentando restarle importancia. Apuré el paso disimuladamente, con
la esperanza de que aquel individuo no percibiese mi inquietud, a pesar de que
esta se manifestaba en cada uno de mis gestos: mis manos temblaban, mis pasos
eran inseguros y mi cabeza daba continuas vueltas a una idea que no conseguía
desterrar de mi cabeza. Me estaban persiguiendo, lo notaba en lo más profundo
de mí.
Por
ello, nada más doblar la esquina de una estrecha calle, eché a correr, lanzando
fugaces miradas atrás para cerciorarme de si me seguía o si, con suerte, todo
había sido una paranoia mía. Pero en uno de los vistazos vi como la silueta
doblaba la esquina y, al ser consciente de mi intento de huida, emprendía su
carrera en pos de mí.
Seguía
corriendo, sintiéndome perdida entre las calles asfixiantes. Me había desviado
de mi rumbo para darle esquinazo y estaba desorientada.
Mis
pasos resonaban de forma constante en la acera y mi sombra giraba a mi
alrededor, confundida por las momentáneas luces de las farolas. Y, apenas unos
metros por detrás, otros pasos resonaban y otra sombra daba vueltas.
Tenía
más miedo del que nunca hubiese creído que podía sentir, mucho más que en la
otra ocasión. Entonces, había estado acorralada y mi instinto lo había hecho
todo por mí. Ahora que podía escapar y era perfectamente consciente de lo que
ocurría, todo era distinto; ahora yo tenía llevar la iniciativa.
Mis
músculos empezaron a agarrotarse, en una queja muda por el inesperado esfuerzo físico.
No les hice caso y seguí corriendo todo lo rápido que podía, al tiempo que mi
mente luchaba por idear una estrategia que me ayudara a salir de aquella.
Mi
corazón se paró al ver la alambrada, de
unos dos metros, y los contenedores que me bloqueaban el camino. Pero la
necesidad de seguir adelante me impidió detenerme a dudar. De un fuerte salto,
caí sobre uno de los contenedores y aprovechando ese mismo impulso, me lancé de
nuevo hacia arriba para saltar la valla.
Crac.
La
tapa del contenedor cedió bajo mi peso, provocando una fisura en la que mi pie
quedo preso. Mis manos se asediaron a la valla, provocando numerosos rasguños
en mis palmas y mis brazos tiraron con fuerza hacia arriba, con lo que conseguí
liberar mi pie. “Ya estoy libr…”. Antes incluso de poder finalizar mi
pensamiento, una nueva fuerza se ciñó a mi tobillo. Una mano.
Chillé
y pataleé, desesperada por alejarme de mi perseguidor. Una de mis improvisadas patadas
le acertó en la mandíbula y soltó mi pierna. Sin desaprovechar un solo segundo,
me lancé por encima de la alambrada y, al caer, perdí ligeramente el
equilibrio.
Él
fue más rápido.
Antes
de que pudiese retomar mi carrera, el chico se colocó frente a mí, impidiéndome
avanzar.
Una
única farola iluminaba esa calle, pero su luz fue suficiente para permitirme
identificar al individuo: uno de los chicos que había visto en el instituto, el
cabecilla del grupo que atacó a Samuel. Era pálido, de ojos, pelo y ropaje
negra. Su rostro se había grabado a fuego en mi mente; era él, sin duda.
-¿Qué
quieres de mí? –conseguí preguntar con voz trémula. Si iba a matarme, por lo
menos podría decirme el por qué.
-Vamos,
cría, no finjas no saber –respondió, enarcando una ceja. Parecía estar
relajado, pero una análisis más detallista delató la tensión de sus músculos y
su actitud de lucha.
-No
lo sé –gruñí entré dientes. Pensé en no decir nada más, pero necesitaba tiempo
para descubrir un modo de salir de allí, así que añadí –: Me buscas por lo que
soy, ¿no es cierto? Pues, siento decírtelo, pero no puedo hacer nada fuera de
lo común. No tengo ningún don ni nada por el estilo. Perdéis el tiempo.
-¡Mientes!
–rugió él de repente. Su repentina intervención me sobresaltó –Yo sé que... Yo
lo sé.
-¿El
qué? ¿Qué es lo que sabes? ¡No hay nada que saber! Te digo que yo…
-Deja
de mentir, chica. Los dos sabemos que eso no es así… -su voz sonaba como un
extraño ronroneo amenazador. Pero continué hablando, por miedo a que el
silencio se convirtiese en lucha:
-Yo
sé que es así. No sé de dónde has sacado que yo… ¿Qué yo qué? Ni siquiera sé
qué crees que puedo hacer –escupí las palabras, convencida de que estaba
tratando con un loco.
El
clavó su mirada en mí y apretó la mandíbula.
-¿Qué
es lo que puedo hacer? –le chillé, harta de aquella situación. No respondió.
Pero el hecho de que apartase la mirada, que tan fielmente había mantenido fija
en mí, me basto como contestación –No lo sabes… ¿verdad? Eres un mandado…
No
lo negó. Tenía la oportunidad de salir de allí con vida sin necesidad de
luchar. Si le convencía de que le decía la verdad, todo habría acabado.
-Te
han mentido… -no sabía por qué nombre llamarle, pero era obvio que él tampoco
me daría ninguno, por lo que seguí a pesar de todo –Yo no tengo nada especial.
Cualquier cosa que os hayan podido decir a ti, a tus compañeros y a la mujer
del jardín botánico…
Su
vista volvió repentinamente a mi cara.
-¿Una
mujer? ¡Mierda! –hizo una pausa, durante la que parecía reflexionar, y luego
volvió a hablarme a mí -Escúchame, cría, no creo lo que dices. Pero si es
cierto que hay más, no voy a permitir que se me adelanten. Hoy no te vas a
escapar. Esta vez no está tu amigo para torcerme las cosas por cuarta vez
–finalizó.
Había
demasiadas incoherencias en sus palabras, pero no me permitió el lujo de
pararme a examinarlas, porque nada más terminar de pronunciar la última
palabra, se lanzó contra mí.
Me
aparté corriendo, al tiempo que mis manos luchaban con desesperación contra el
tirador de la cremallera del gran abrigo que llevaba puesto. Mis dedos
temblorosos lograron, por fin, descorrerla de todo y rebuscar en los bolsillos
de mi propia chaqueta en busca del saquito de tela.
Mi
perseguidor gritó de ira y yo apreté la pequeña bolsa con más fuerza.
Llegué
a la entrada de una nueva calle y me pegué violentamente contra sus muros, ocultándome
de la vista del joven. Sabía que era inútil seguir corriendo, él era más fuerte
y más rápido. En los escasos segundos que faltaban para su llegada, vacié el
contenido del envoltorio en mi mano, formando un puñado ceniciento.
En
cuanto el chico dobló la esquina, con intención de seguir corriendo tras de mí,
me coloqué de un salto ante él y lance el puñado de cenizas de árbol de fuego
contra su rostro.
La
visión del momento siguiente es algo que lucho por eliminar de mi memoria:
El
arcángel chilló de forma desgarradora, produciendo un sonido agudo y
estridente, al tiempo que se arqueaba y sus alas salían proyectadas de su
espalda, ahora que no era capaz de controlarlas. El equilibrio le falló y cayó
sobre mí, que seguía mirándole inmóvil y estupefacta. Recuerdo el olor de su
piel y su pelo quemándose y la visión de las ampollas formándose en su cara.
Sus ojos negros, llorosos, rojizos y envueltos en pestañas quemadas, me
perforaron cargándome de culpa.
Su
peso me aplastaba contra el suelo y luché por zafarme de él. Tras varios
intentos, logré escurrirme bajo su cuerpo, sollozando de miedo, tensión y culpa. Sus
quemaduras no eran como las de Isaac, provocadas por ciclamor disuelto, sino
que eran provocadas por una pura concentración de árbol de fuego; eran mucho
más espantosas.
Su
voz, ahogada entre los desesperados gritos de tortura, profirió un último
juramento antes de que me marchase de allí, sosteniéndome como podía y manchada
de su sangre:
-Tengo
prohibido matarte y la verdad es que no quería hacerlo. Pero, créeme, si
volvemos a encontrarnos, no saldrás con vida, zorra.
El capítulo ha estado genial, describes de maravilla las situaciones de acción y has sabido llevar el ritmo de los acontecimientos y acciones, ni muy lentas ni demasiado rápidas :)
ResponderEliminarTengo muchas ganas de saber como continuará!
Besos,
~Scarlett
¡Qué interesante! Estoy completamente de acuerdo con Scarlett, me encanta cómo describes las situaciones de acción. Espero el próximo capítulo.
ResponderEliminar¡Un beso!
El capítulo se me ha quedado corto de las ganas que tenía de leerlo, me ha encantado :)
ResponderEliminarOh, Mola! Fue un capítulo con mucha acción, *__* espero que publiques pronto!
ResponderEliminarun besoo^^
Estoy sin palabras. Ha sido tan geenial!! Tuvo mucha acción y eso me encanta, la verdad!
ResponderEliminarTengo ganas del siguiente!
Besitos :)
Está G-E-N-I-A-L!!!!!
ResponderEliminarYa tenía ganas de otro de los tuyos
Muakis!!
Me ha encantado el modo en que has descrito la escena, es genial.
ResponderEliminarEl único problema es que tengo un poco de lío: ¿si no quería matarla para qué la ataca? ¿Cómo es que hay varios grupos de ángeles negros persiguiéndola sin conocer los planes de los otros?
Bueno, supongo que se irá aclarando en los siguientes capítulos.
¡Sigue escribiendo así! Un beso enorme.
Me alegro de que te haya gustado ^^
EliminarY, sí, algunas cosas se irán resolviendo pronto, pero otras tardarán más, hay gran parte de la historia que se centra en algunos de estos sucesos ;)
Un beso y gracias por leer :) (A todos los que leéis)
No me esperaba que fuera tan intenso... ¡Me fascinó, ciertamente! Describís muy bien, y eso ayuda mucho, porque las secuencias de acción siempre son algo complicado de transformar en palabras, creo yo, y vos pudiste hacerlo bien :).
ResponderEliminarSonará extraño, pero me dio mucha lástima lo del arcángel... yo sé que es malo y todo, pero no sé. Será que yo nunca pude odiar un malo xD.
Hola! El cap. genial, te sigo desde hace mucho tiempo.
ResponderEliminarDe paso aprovecho para decirte que tienes un premio en mi blog! La dirección es esta: ilovemodayfashion.blogspot.com
¡Que horror! pero menos mal que consiguió librarse de el..aunque ahora le ha amenazado de muerte...ay ay!!que mal!
ResponderEliminarme ha gustado mucho como has descrito las escenas de acción..
Ahora a esperar el próximo!! espero que lo subas prontoo!!
un besoo
Hola Laura! Me ha encantado muchísimo este capítulo. Tus descripciones me han fascinado, y a mi también me dio pena lo que le paso al arcángel. Y ahora, Kat deberá cuidarse aún más.
ResponderEliminarTe seguiré leyendo.
¡Hasta pronto!
Ha estado increíblemente guay, ha sido una lucha intensa (tanto que el capítulo se me hizo cortísimo xD) y los hechos han estado muy bien entramados ^^
ResponderEliminarSolo una pregunta: ¿Tú eres capaz de escribir mal? En serio, las escenas de amor las escribes bien, las de acción también, las de misterio, las de amistad *.* ¡Te sale todo bien! >.<
Que pesado ese imbécil. Ahora cuantos ángeles hay en su instituto? Me ha encantado, por lo menos sabe que puede usar para enfrentarse a ellos.
ResponderEliminarBesos ^^
Ueee muajajajaja ahora como que ya sabes en que cap voy no?Dios que mal me queda o castellano chaval jaja
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