Frustraciones y confesiones
A
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preté la carpeta contra
mi pecho e inspeccioné todo con cuidado. A penas un par de pasos por detrás de
mí, dos pares de ojos hacían lo mismo: unos de ellos eran grandes, de color
chocolate y de mirada preocupada; y los otros, azules y fríos como el hielo, de
mirada sagaz y calculadora.
No
tardamos en recorrer el tumulto de gente que bloqueaba el paso hasta la moto.
Nada más llegar, mi hermano subió con rapidez y yo me despedí de Cassie con un
abrazo y un “cuídate”.
Desde
el incidente de hace un par de días, siempre había alguien cubriéndome las
espaldas, vigilando cada paso que doy y, por supuesto, una petición de que me
cuidase en las despedidas de todos los que sabían lo ocurrido.
Segundos
antes de que la moto atravesase la salida, lancé una mirada fugaz al recinto y
encontré, en medio da la gente, a Samuel, que me seguía con la mirada, protegiéndome
desde las silenciosas sobras.
Habían
pasado un par de horas desde mi llegada a casa y estaba acurrucada en el
mullido sillón, con el mando de la televisión sostenido entre mis aún
temblorosas manos. Temblaba habitualmente desde el encuentro con el arcángel y
tenía los sentidos alerta constantemente, por lo que cuando entró mi padre en
casa dando un portazo, di un fuerte respingo y contuve la respiración de manera
involuntaria.
Papá irrumpió en el salón súbitamente y, a pesar de que resollaba por
cansancio, no había perdido esa fortaleza característica. En ocasiones se
parecía tanto a los personajes de las películas de acción que me costaba pensar
en él como un padre.
-Le
he encontrado –anunció con voz firme.
No
necesitó decir de quién hablaba, porque toda mi familia centró la atención en
él, como depredadores que acaban de divisar a su presa a lo lejos. En esa
persona podían estar las respuestas a todas las preguntas, las indicaciones
para llegar al centro de todo ello. Tal vez él no supiese todas las soluciones,
pero podía guiarnos a quien sí las conocía. Sólo había que encontrarle y
hacerle hablar…
-¿Qué
ha pasado con él? –inquirió Isaac rápidamente, levantándose, negándose a dejar
marchar a su presa.
Papá
no contestó de inmediato y, por un segundo, la quietud se hizo con el salón;
mamá dejó de doblar la ropa, mi hermano tensó cada uno de sus músculos y yo
bajé el volumen de la televisión.
La
calma antes de…
-Está
muerto –…la tormenta.
-¡Mierda!
–chilló mi hermano.
Un
pensamiento se hizo dueño de mi mente:
-¿Yo
lo…? –incapaz de pronunciar las palabras, cambié la frase -¿Las cenizas de
árbol de fuego lo mataron?
El
temor de haber terminado con una vida, fuese por la razón que fuese, se me
hacía insufrible. ¿Me había convertido en una asesina?
Mi
padre negó con la cabeza.
-Tenía
una daga… clavada en el pecho.
Una
parte de mí se sintió aliviada, pero otra no conseguía entender las cosas.
Y
otra… estaba completamente frustrada. Mis dedos se crisparon alrededor del
mando a distancia y, mientras mi familia discutía sobre qué debíamos hacer
ahora, qué debían hacer conmigo, mi mente luchó por no explotar. Retrocedíamos.
Habíamos perdido nuestra única pista y casi podía sentir como las respuestas se
alejaban de mí, después de haber estado tan cerca. La vida se reía de mí. No
sabía cómo debía seguir.
Había
varias cosas que me atrevía a asegurar: había más de un grupo persiguiéndome,
alguien influyente en algún lugar sabía
de mí, ese alguien creía que tenía un don que podría favorecerle (por lo cual
sus mandados no podían matarme) y, lo que podría jurar una y mil veces, estaba
en serio peligro. Pero yo no tenía ningún don...
El
timbre me sobresaltó y di un nuevo respingo. Mi padre fue a abrir y escuché sus
palabras desde el salón.
-Buenas
tardes –dijo una voz de chico muy familiar.
-Buenas
tardes.
-Venía
a visitar a Kat, soy un compañero del instituto, ¿está en casa?
Corrí
al recibidor sin dar tiempo a mi padre para responder.
-¡Samuel!
¿Qué haces aquí?
-Hola,
Kat. Yo también me alegro de verte. Estoy bien, gracias por preguntar –dijo con
ironía, pero sonriendo divertido.
-Lo
siento, pero no esperaba verte –respondí, devolviéndole la sonrisa –Pasa.
Samuel, este es mi padre, Kevin. Papá esté es Samuel, un amigo.
El
muchacho estrechó la mano de mi padre.
Al
girarme descubrí que también mi madre y mi hermano estaban allí. Presenté a mi
madre de igual forma que a mi padre, pero lanzándole una mirada significativa.
Cuando nadie la miraba formó las palabras “luego hablamos” con los labios.
Asentí.
Tras
un rato, mi familia se retiró y Samuel y yo subimos a mi habitación.
-¿Estás
curado? –pregunté, aguantando su primaveral mirada.
-Casi
del todo, aunque todavía me mareo por veces… Estoy mejor al aire libre.
-Vayamos
al bosque –dije, tomándole una mano y dirigiéndome a la ventana.
-Kat…
¿no deberías avisar? Tus padres se escandalizarán si desapareces.
Era
cierto, pero estaba tan acostumbrada a marcharme sin decir nada que ni lo había
pensado. Todavía agarrados de la mano bajamos las escaleras y nos soltamos un
segundo antes de atravesar la puerta del salón.
-Nos
vamos a pasear por el bosque –afirmé. Nunca preguntaba, hacía años que había
descubierto que, en mi casa, si pedías permiso, nunca hacías lo que querías.
-No
creo que sea buena idea que vayas al bosque ahora, Kat –reprochó mi padre.
-Tranquilo,
señor Myder –interrumpió Samuel entonces –. Estará bien, me aseguraré de ello.
La
comprensión se apropió de la expresión de todos los presentes, confirmándoles
lo que, probablemente, ya sospechaban.
No
perdimos más tiempo allí. Continuamente juntos, volamos por entre los árboles y, en cierta parte del trayecto, él tiró de mi mano para conducirme a un destino
que desconocía. Yo, por mi parte, simplemente me dejé llevar, sintiendo el
viento acariciar mi cuerpo y el aroma del bosque recorriéndome por dentro,
purificándome, en cierto modo.
Y
finalmente llegamos al lugar que mi novio había escogido como meta. Una sonrisa
involuntaria tornó las comisuras de mis labios hacia arriba.
Estábamos
en el claro.
Le
besé suavemente y cuando él rodeó mi cintura con su brazo, acercándome a sí,
una ola de electricidad me recorrió de cabeza a pies, erizándome el vello de
los brazos. Quería olvidarme de los ángeles negros y rendirme a él, a sus
caricias.
Pero,
obviamente, no podía ser.
Separando
sus labios, pero todavía con su frente contra la mía, susurró:
-¿Cómo
van las cosas con…eso?
Le
conté a grandes rasgos las noticias que había traído mi padre.
-¿Una
daga? ¿Quién haría eso?
-Y
¿por qué? –añadí.
-Kat,
ahora lo importante es que estás bien y que tal vez haya un aliado.
-O
un nuevo asesino que solo quiere librarse de la competencia.
Me
besó delicadamente a forma de consuelo y en uno de los segundos en los que
separó su boca de la mía pareció murmurar “No pienses esas cosas”, pero estaba
demasiado abrumada como para asegurarlo.
Cuando
recuperé el aliento, expliqué:
-Luego
mis padres empezaron a hablar de qué debían hacer ahora. Conmigo, quiero decir.
Comentaron algo de enviarme a Loryem hasta que se calmasen algo las cosas, pero
no estaba prestando atención y no sé si han decidido algo.
-Que
vayas a Loryem es una buena idea. Estarías a salvo y podrías venir a vernos de
cuando en cuando –convino Samuel, al tiempo que me apartaba un mechón de pelo
de la cara.
Acaricié
la pequeña marca rosácea de una de sus antiguas heridas de la cara con la punta
de los dedos y, al ser recorrida por una nueva oleada de emociones, comprendí
algo:
-Tú
también estás en peligro… y te necesito a mi lado. Ven conmigo a Loryem –supliqué
un segundo antes de recorrer con besos el contorno de su mandíbula, dando más
tentación a mi súplica.
-Yo…
-carraspeó para despejar el temblor de su voz y sentí un cosquilleo en la punta
de los dedos al ser consciente de que era por mi culpa –No puedo, Kat. Tengo
asuntos pendientes aquí.
-¿Y
crees que yo no? –respondí, separándome ligeramente para poder acusarlo con la
mirada –Tengo aquí más de media vida, Samuel. No puedo dejarla así por así y
menos sola.
Me
sostuvo la mirada, pero no respondió. Otra opción me desgarró por dentro.
-A
no ser… que tú no quieras venir conmigo. Si no quieres estar junto a mí, lo
entenderé.
-¿Qué?
¡No, Kat! Claro que quiero estar contigo, no te imaginas cuanto. Pero quiero,
ante todo, que tú estés bien. Y por eso debo quedarme. Debo quedarme aquí para
asegurarme de que estés bien allí, para cortar el problema de raíz y apartar de
aquí a todos los que quieren hacerte daño. Tengo que quedarme aquí porque yo…
Calló
durante un segundo. Le miré a los ojos y distinguí en ellos una calidez que
parecía venir del mismo centro de su ser. Me hacía sentir tan bien, tan
satisfecha conmigo misma… Seguí esperando que terminase la frase y él acercó
sus labios a los míos. Cuando estuvo lo suficientemente cerca como para
provocar el roce de nuestras narices y la excitación de nuestras respiraciones,
confesó:
-…Te
quiero.
¡Aissh ese te quiero! :)
ResponderEliminarNo quiero que se separen, parece que no pueden vivir el uno sin el otro :'(
Yo sé que lo necesitaban y qué sé yo, pero a mí me tranquiliza un poco que ya no esté.
ResponderEliminarAw, Samuel <3. En este capítulo, me dí cuenta de que mi cabeza siempre cambia la pronunciación del nombre xD. Qué lindo fue verlos juntos por un rato :3. Aunque me da mucha lástima que Kat se tenga que ir... Yo sé que va a volver y todo, pero aún así. ¡Ojalá pudiese irse con Samuel! Qué tierno lo del "te quiero", ¡me muero!
Me encantó, simplemente :).
que monos los dos.. pero aun así, me da por sospechar que Samuel oculta algo.. si no, él iría también allí... bueno, probablemente esté equivocada y veo fantasmas de donde no los hay.. jaja
ResponderEliminarCuantos enemigos tiene...o aliados.. ¿quién será el que mató a su enemigo?
un besoo
Yo también creo que Samuel oculta algo.
ResponderEliminarMe han parecido tan cuquis... :)
Samuel y Kat son una pareja que se necesitan el uno al otro. Ha sido tan bonito todo jijij!
ResponderEliminarLa verdad es que creo que no puede ir porque tendrá que... mmm no lo sé, pero tiene que ocultar algo, seguro, bueno, casi seguro xD
¿Quién mataría al enemigo? Supongo que alguien superior a él...
OMG!! Qué inttriga!! Espero el siguiente ^^
Besitos :)
Que monooos Samuel y kat!! *__*
ResponderEliminarese beso, ese te quiero del final... es tan dfghjkldfgh*
un beso^^
Hola Laura! Pero que monada son esos dos *-*. Y ese "Te quiero" de Samuel fue tan hermoso. Aunque no quiero que Kat se vaya la razón es muy comprensible. El padre de Kat me cae bien, sin embargo, me encantaría saber más de él. No sé tengo la sensación de que no es tan malo como aparenta xD.
ResponderEliminarTe seguiré leyendo.
Hasta pronto!
Y como se nota que se quieren de verdad y que harían lo que fuera el uno por el otro. Me encanta, simplemente, me encanta *O* <3
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