Lo que no sabía
Dejando a un lado la repentina palidez de su rostro falto de expresión, no obtuve respuesta alguna. Ese silencio resonaba dolorosamente en mis oídos, más que cualquier grito o estruendo. Ese silencio escondía la verdad que las cobardes palabras no se atrevían a mostrar. Pero yo necesitaba oírlo, aunque doliese. Porque si había el mínimo resquicio de esperanza, me aferraría a él, quisiese o no. En ocasiones era lo suficientemente astuta como para engañarme a mí misma y, a un tiempo, lo suficientemente ingenua como para creerme mis mentiras.
-¿Tú
lo mataste? –inquirí nuevamente, esta vez sintiendo como se me encogía el
estómago. Mi propia voz sonó extraña en mis oídos, era chillona y crispada,
como si fuese a explotar de un momento a otro. En cierto modo, plasmaba bien la
confusa y enredada maraña de sentimientos que se removían en mi interior:
tensión, confusión, curiosidad, temor a la verdad y… algo más, una sensación
que no conseguí distinguir o poner nombre pero que, de alguna forma, no
encajaba.
-Es
complicado y largo –murmuró finalmente, mientras daba un paso inseguro en mi
dirección. Mi cuerpo se tensó y sentí una fuerte sacudida de aquella sensación
imprecisa y fuera de lugar. Él lo notó.
Caminó
lentamente y con movimientos suaves hacia el improvisado arsenal y tomó en su
mano una pequeña daga de empuñadura sencilla. “Me matará” fue lo único que
pensé en ese momento. Por ello, cuando se agachó, dejó el arma en el suelo y,
con un empujón, la hizo resbalar delicadamente hasta cerca mis pies, no pude
hacer más que mirarle sin comprender.
-Cógela
–dijo con voz firme. Su seria expresión me hizo pensar que había metido el dedo
en una herida sin curar, que había tocado un tema serio –Te sentirás más segura
con ella, lo sé. Una parte de ti te pide protección, ¿no? Porque –su rostro
ensombreció notablemente antes de pronunciar el final de la frase –me tienes
miedo.
Esa
extraña emoción me recorrió de nuevo, aunque esta vez sí conseguí ponerle un
nombre. Miedo. Ciertamente, el miedo era una sensación que encajaba a la
perfección con la situación, pero todavía la veía fuera de lugar. Porque no me
encajaba con Samuel, no conseguí creerme que sentía miedo de la persona que
amaba.
Pero
así era, así que recogí con rapidez del suelo el pequeño cuchillo y lo sostuve
con fuerza entre mis inexpertas manos.
-Kat,
relájate, por favor…
-Habla
–le corté –. Cuéntame tu historia y yo decidiré cómo comportarme.
Apretó
la mandíbula, gesto que le hizo parecer más mayor y mucho más maduro. Como ya
había vivido en una ocasión, sentí un gran abismo entre nosotros, una
diferencia colosal en lo referente a las lecciones que habíamos aprendido a lo
largo de la vida. Todo en él indicaba que había pasado por más de lo que había
pasado cualquier persona que doblase su edad, pero en sus ojos me pareció ver
el reflejo de un niño, el niño que debería ser y al que habían hecho madurar
antes de tiempo. Pero ni esta tierna figura consiguió aflojar la presión de mis
manos alrededor del arma que sostenía.
-Ya
te conté la historia de mi vida… –comenzó, con seriedad.
-Eso
creía –espeté yo. Me permití, por un segundo, apartar mi mirada desconfiada de
su cuerpo para aludir, con ella, a la estantería repleta de artefactos
mortales.
-Como
ya sabes, a lo largo de mi vida, nadie me instruyó como arcángel. Tuve
encuentros casuales con otros como yo, como nosotros. De ellos saqué todo esto:
los libros, las plantas y piedras, todos esos cachivaches… Me ayudaron, cierto,
pero ninguno de ellos permaneció a mi lado; a penas puedo recordar sus nombres.
Los ángeles, Kat, son seres que viven en grupo, que aprenden unos de otros. Yo
no tenía a nadie que me enseñase y aprendí las cosas por mi cuenta. Algunas de
estas cosas eran buenas y otras no tanto, pero, en mi caso, todas ellas eran
necesarias. Pero, si pueden aprender por su cuenta ¿por qué necesitan realmente
vivir en grupo? La razón es sencilla: para controlar el instinto. Todos y cada
uno de nosotros nace con ese instinto que le incita a acabar con la amenaza,
con los ángeles negros. Es sencillo, acción-reacción. El vivir en grupos ayuda
a fomentar la racionalidad, consigue crear una vía de escape en la cadena. De
esa forma, se evita que el instinto asesino te controle… Yo no puedo resistirme
a él. Nunca he convivido con ángeles y no tengo una vía de escape. Si los
siento cerca, no puedo limitarme a huir o esperar de brazos cruzados. Necesito
acabar con ellos y esa fuerza que me controla no me devuelve la voluntad hasta
haber terminado su trabajo. Mato, pero no lo puedo controlar.
»En
ocasiones, el instinto aumenta. De vez en cuando despierto en medio de la
noche, controlado por él, y me siento obligado a cumplir su voluntad, aunque
para ello tenga que recorrer quilómetros. Y es por esto, Kat, por lo que no te
podía acompañar a Loryem. ¿Y si el instinto me ataca entonces? ¿Y si hago daño
a gente inocente? Ya es suficientemente duro matar monstruos a la fuerza, como
para provocar dolor a quienes no se lo merecen. Tengo miedo, Kat. Me tengo
miedo.
Había
escuchado su narración en un completo silencio, asimilando cada palabra y
sufriendo con él. Y, aunque al principio había sido su parte madura y racional
la que hablaba, hacia el final vi asomar a la parte sentimental, al niño.
Dejé
la daga en la estantería más cercana, para demostrarle que no le temía. Pero
había una parte de mí que se negaba a confiar. Estando a punto de decirle que
necesitaba tiempo para pensarlo, un flashback inundó mi mente. Una imagen de
Cassie pronunciando esas mismas palabras. Me bastó medio segundo para darme
cuenta de que debía morderme la lengua. ¿Qué diferencia había, al fin y al
cabo? Él no tenía la culpa, al igual que yo no la tenía entonces. Simplemente,
estaba cumpliendo una condena que no había elegido y que no debería haberle
llegado. Así que, sin decir nada, me acerqué a él, coloqué una mano en su
mejilla y, sumergiéndome en el verde mar de sus ojos, susurré:
-Yo
estaré aquí… siempre.
Nos
abrazamos con fuerza y el amor, que parecía aumentar cada día, hizo que mi
corazón palpitase con fuerza. Murmuré palabras de disculpa por mi reacción.
Palabras que él silenció con sus labios.
Estábamos
tumbados sobre mi cama, pues habíamos decido que era mejor apartarnos de aquel
lugar que tantos problemas nos había ocasionado. En uno de los numerosos
intercambios de caricias, besos, palabras de amor y promesas de futuro,
pregunté:
-¿Por
qué no me lo dijiste desde el principio? Podría haberte ayudado… Haberlo
intentado, al menos.
-Tenía
miedo de que eso te asustase. Soy un asesino, no te merezco… Pero me alegro de
que estés aquí. Te necesito, Kat. Tú eres la humanidad que yo no tengo
–respondió con una sonrisa amarga y triste.
Sin
decir más, me lancé de nuevo a por sus labios y pude percibir un atisbo de
sonrisa, pero alegre esta vez, en sus labios.
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Sin ninguna duda,él no tiene la culpa
ResponderEliminarQué triste y oscuro es su pasado :'( Al menos, Kat lo entiende.
ResponderEliminarMe ha gustado muchísimo!! :))
ResponderEliminarSigue así, un beso.
!Me encanta, Laura! Todavía estoy leyendo las publicaciones anteriores desde que dí con tu blog, pero decirte que me encanta como escribes :-)
ResponderEliminarCuando termine, te seguiré contando mis impresiones.
¡¡Un beso!!
Hola, tienes un premio en mi blog :)
ResponderEliminarBesitos
http://las5piedrasdeafrodita.blogspot.com.es/2013/07/2-premios.html
¡Qué capítulo tan hermoso, y qué triste el pasado de Samuel! Debió de haber sufrido mucho durante tanto tiempo, pobre... me alegra que ahora pueda apoyarse en Kat, y espero que juntos puedan combatir el problema y ayudarse a salir adelante :).
ResponderEliminarMe encanta tu historia, siempre es lindo ver nuevo capítulo <3.
Un capítulo de verdad, conmovedor. El pasado de Sam es tan triste, pero igualmente el capítulo ha terminado muy bien ^^ muy hermoso.
ResponderEliminarPremio en mi blog :)) http://my-name-is-annie.blogspot.com.es/2013/07/premio-de-lukii.html
ResponderEliminarTU RELATO HA SALIDO EN WAMBIE!! http://www.wambie.com/tuttifrutti_es/noticias/EL_RELATO_DE_LA_WAMBERA__CARTA_AL_MUNDO_-noticia-18853.html
ResponderEliminarFELICIDADES! :)
ya sabía yo que algo oscuro ocultaba ese Sam, pero bueno, al menos Kat le entiende ^^
ResponderEliminarah! una cosita..en lo de la música tu primera canción da error, problabemente el enlace que había en youtube ha desaparecido.. Pero con tal de que sustituyas el primer enlace con otro, es suficiente (lo digo por si no te apetece ir buscando enlaces de nuevo)
Sigo leyendo..
un besooo