miércoles, 3 de julio de 2013

Capítulo 23

Lo que no sabía
¿T
ú lo mataste?
Dejando a un lado la repentina palidez de su rostro falto de expresión, no obtuve respuesta alguna. Ese silencio resonaba dolorosamente en mis oídos, más que cualquier grito o estruendo. Ese silencio escondía la verdad que las cobardes palabras no se atrevían a mostrar. Pero yo necesitaba oírlo, aunque doliese. Porque si había el mínimo resquicio de esperanza, me aferraría a él, quisiese o no. En ocasiones era lo suficientemente astuta como para engañarme a mí misma y, a un tiempo, lo suficientemente ingenua como para creerme mis mentiras.
-¿Tú lo mataste? –inquirí nuevamente, esta vez sintiendo como se me encogía el estómago. Mi propia voz sonó extraña en mis oídos, era chillona y crispada, como si fuese a explotar de un momento a otro. En cierto modo, plasmaba bien la confusa y enredada maraña de sentimientos que se removían en mi interior: tensión, confusión, curiosidad, temor a la verdad y… algo más, una sensación que no conseguí distinguir o poner nombre pero que, de alguna forma, no encajaba.
-Es complicado y largo –murmuró finalmente, mientras daba un paso inseguro en mi dirección. Mi cuerpo se tensó y sentí una fuerte sacudida de aquella sensación imprecisa y fuera de lugar. Él lo notó.
Caminó lentamente y con movimientos suaves hacia el improvisado arsenal y tomó en su mano una pequeña daga de empuñadura sencilla. “Me matará” fue lo único que pensé en ese momento. Por ello, cuando se agachó, dejó el arma en el suelo y, con un empujón, la hizo resbalar delicadamente hasta cerca mis pies, no pude hacer más que mirarle sin comprender.
-Cógela –dijo con voz firme. Su seria expresión me hizo pensar que había metido el dedo en una herida sin curar, que había tocado un tema serio –Te sentirás más segura con ella, lo sé. Una parte de ti te pide protección, ¿no? Porque –su rostro ensombreció notablemente antes de pronunciar el final de la frase –me tienes miedo.
Esa extraña emoción me recorrió de nuevo, aunque esta vez sí conseguí ponerle un nombre. Miedo. Ciertamente, el miedo era una sensación que encajaba a la perfección con la situación, pero todavía la veía fuera de lugar. Porque no me encajaba con Samuel, no conseguí creerme que sentía miedo de la persona que amaba.
Pero así era, así que recogí con rapidez del suelo el pequeño cuchillo y lo sostuve con fuerza entre mis inexpertas manos.
-Kat, relájate, por favor…
-Habla –le corté –. Cuéntame tu historia y yo decidiré cómo comportarme.
Apretó la mandíbula, gesto que le hizo parecer más mayor y mucho más maduro. Como ya había vivido en una ocasión, sentí un gran abismo entre nosotros, una diferencia colosal en lo referente a las lecciones que habíamos aprendido a lo largo de la vida. Todo en él indicaba que había pasado por más de lo que había pasado cualquier persona que doblase su edad, pero en sus ojos me pareció ver el reflejo de un niño, el niño que debería ser y al que habían hecho madurar antes de tiempo. Pero ni esta tierna figura consiguió aflojar la presión de mis manos alrededor del arma que sostenía.
-Ya te conté la historia de mi vida… –comenzó, con seriedad.
-Eso creía –espeté yo. Me permití, por un segundo, apartar mi mirada desconfiada de su cuerpo para aludir, con ella, a la estantería repleta de artefactos mortales.
-Como ya sabes, a lo largo de mi vida, nadie me instruyó como arcángel. Tuve encuentros casuales con otros como yo, como nosotros. De ellos saqué todo esto: los libros, las plantas y piedras, todos esos cachivaches… Me ayudaron, cierto, pero ninguno de ellos permaneció a mi lado; a penas puedo recordar sus nombres. Los ángeles, Kat, son seres que viven en grupo, que aprenden unos de otros. Yo no tenía a nadie que me enseñase y aprendí las cosas por mi cuenta. Algunas de estas cosas eran buenas y otras no tanto, pero, en mi caso, todas ellas eran necesarias. Pero, si pueden aprender por su cuenta ¿por qué necesitan realmente vivir en grupo? La razón es sencilla: para controlar el instinto. Todos y cada uno de nosotros nace con ese instinto que le incita a acabar con la amenaza, con los ángeles negros. Es sencillo, acción-reacción. El vivir en grupos ayuda a fomentar la racionalidad, consigue crear una vía de escape en la cadena. De esa forma, se evita que el instinto asesino te controle… Yo no puedo resistirme a él. Nunca he convivido con ángeles y no tengo una vía de escape. Si los siento cerca, no puedo limitarme a huir o esperar de brazos cruzados. Necesito acabar con ellos y esa fuerza que me controla no me devuelve la voluntad hasta haber terminado su trabajo. Mato, pero no lo puedo controlar.
»En ocasiones, el instinto aumenta. De vez en cuando despierto en medio de la noche, controlado por él, y me siento obligado a cumplir su voluntad, aunque para ello tenga que recorrer quilómetros. Y es por esto, Kat, por lo que no te podía acompañar a Loryem. ¿Y si el instinto me ataca entonces? ¿Y si hago daño a gente inocente? Ya es suficientemente duro matar monstruos a la fuerza, como para provocar dolor a quienes no se lo merecen. Tengo miedo, Kat. Me tengo miedo.
Había escuchado su narración en un completo silencio, asimilando cada palabra y sufriendo con él. Y, aunque al principio había sido su parte madura y racional la que hablaba, hacia el final vi asomar a la parte sentimental, al niño.
Dejé la daga en la estantería más cercana, para demostrarle que no le temía.  Pero había una parte de mí que se negaba a confiar. Estando a punto de decirle que necesitaba tiempo para pensarlo, un flashback inundó mi mente. Una imagen de Cassie pronunciando esas mismas palabras. Me bastó medio segundo para darme cuenta de que debía morderme la lengua. ¿Qué diferencia había, al fin y al cabo? Él no tenía la culpa, al igual que yo no la tenía entonces. Simplemente, estaba cumpliendo una condena que no había elegido y que no debería haberle llegado. Así que, sin decir nada, me acerqué a él, coloqué una mano en su mejilla y, sumergiéndome en el verde mar de sus ojos, susurré:
-Yo estaré aquí… siempre.
Nos abrazamos con fuerza y el amor, que parecía aumentar cada día, hizo que mi corazón palpitase con fuerza. Murmuré palabras de disculpa por mi reacción. Palabras que él silenció con sus labios.


Estábamos tumbados sobre mi cama, pues habíamos decido que era mejor apartarnos de aquel lugar que tantos problemas nos había ocasionado. En uno de los numerosos intercambios de caricias, besos, palabras de amor y promesas de futuro, pregunté:
-¿Por qué no me lo dijiste desde el principio? Podría haberte ayudado… Haberlo intentado, al menos.
-Tenía miedo de que eso te asustase. Soy un asesino, no te merezco… Pero me alegro de que estés aquí. Te necesito, Kat. Tú eres la humanidad que yo no tengo –respondió con una sonrisa amarga y triste.
Sin decir más, me lancé de nuevo a por sus labios y pude percibir un atisbo de sonrisa, pero alegre esta vez, en sus labios.




10 comentarios:

  1. Sin ninguna duda,él no tiene la culpa

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  2. Qué triste y oscuro es su pasado :'( Al menos, Kat lo entiende.

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  3. Me ha gustado muchísimo!! :))
    Sigue así, un beso.

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  4. !Me encanta, Laura! Todavía estoy leyendo las publicaciones anteriores desde que dí con tu blog, pero decirte que me encanta como escribes :-)
    Cuando termine, te seguiré contando mis impresiones.

    ¡¡Un beso!!

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  5. Hola, tienes un premio en mi blog :)
    Besitos
    http://las5piedrasdeafrodita.blogspot.com.es/2013/07/2-premios.html

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  6. ¡Qué capítulo tan hermoso, y qué triste el pasado de Samuel! Debió de haber sufrido mucho durante tanto tiempo, pobre... me alegra que ahora pueda apoyarse en Kat, y espero que juntos puedan combatir el problema y ayudarse a salir adelante :).
    Me encanta tu historia, siempre es lindo ver nuevo capítulo <3.

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  7. Un capítulo de verdad, conmovedor. El pasado de Sam es tan triste, pero igualmente el capítulo ha terminado muy bien ^^ muy hermoso.

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  8. Premio en mi blog :)) http://my-name-is-annie.blogspot.com.es/2013/07/premio-de-lukii.html

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  9. TU RELATO HA SALIDO EN WAMBIE!! http://www.wambie.com/tuttifrutti_es/noticias/EL_RELATO_DE_LA_WAMBERA__CARTA_AL_MUNDO_-noticia-18853.html
    FELICIDADES! :)

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  10. ya sabía yo que algo oscuro ocultaba ese Sam, pero bueno, al menos Kat le entiende ^^

    ah! una cosita..en lo de la música tu primera canción da error, problabemente el enlace que había en youtube ha desaparecido.. Pero con tal de que sustituyas el primer enlace con otro, es suficiente (lo digo por si no te apetece ir buscando enlaces de nuevo)

    Sigo leyendo..

    un besooo

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