viernes, 30 de agosto de 2013

Capítulo 27

A un paso de la verdad
T
odo el mundo vive en algún momento de su vida esa sensación de alivio que produce un suspiro que sale de lo más profundo del pecho. Habitualmente, eso desencadena en un momento de alegría y tranquilidad que te hace desear parar el tiempo. En ocasiones ese período de tiempo dura segundos o minutos. Puede que incluso días, semanas; años para los más afortunados.
Así era como me sentí yo cuando Samuel y Cassie me informaron de que todo había estado en una perfecta calma ese fin de semana. El chico había vigilado la casa de ella y, además de asegurar que ningún ángel negro se había acercado a la vivienda, decía que no creía que hubiese peligro. Sonreí, los abracé a los dos alegremente y ellos me devolvieron el gesto con efusividad. Era posible que la mujer del jardín botánico hubiese mirado a la cámara por casualidad, tal vez ni nos hubiese reconocido. Y, de haberlo hecho, tampoco era un verdadero peligro. Al fin y al cabo, solo era un ángel. De nuevo, sonreí. Me sentía alegre, segura y confiada.
Nada más lejos de la realidad.
Toda mi felicidad se esfumó de golpe al volver a casa. Los tres habíamos caminado juntos hasta la casa de mi amiga, y luego nos habíamos separado. Estaba sola cuando todo pasó. Sentí un escalofrío recorrerme la columna antes de escuchar su voz:
-Volvemos a vernos, arcángel.
Me giré lentamente, consciente de quién me había llamado. Todavía conservaba parte de la antigua confianza y murmuré:
-Aquí me tienes. No deberías arriesgarte tanto. Sabes que soy más fuerte que tú –conseguí que mi voz sonase fuerte y segura y me permití mirarla a los ojos. “Solo es un ángel” me repetí, “puedo con ella”. No esperaba volver a verla tan pronto, pero, a diferencia de las veces anteriores, estaba lista para luchar y afrontar el miedo.
Tensé mis músculos, lista para abalanzarme sobre ella a la menor oportunidad. Dejé paso al instinto, permitiendo que preparase mis sentidos y mi cuerpo para la lucha. La adrenalina comenzó a correr por mis venas y un estímulo ajeno a mí me hizo desear derramar su sangre. Esa no era yo, pero no intenté volver en mí: acabaría con ella de una vez por todas y este encuentro se convertiría en un simple borrón de mi memoria.
Flexioné las piernas para saltar y…
-¿Estás segura?
…me detuve. Del bolsillo de su desgastada chaqueta beige había sacado un saco de tela, similar al que yo, en ese mismo momento, también llevaba en mi bolsillo. Pero sabía que el contenido era distinto. Respiré un par de profundas bocanadas de aire, agradeciendo que el mareante olor del ciclamor no llegase a donde yo me encontraba, y me obligué a mantener la calma y a estar quieta. No debía provocarla.
Mi bolsa con ceniza de árbol de fuego estaba en el bolsillo interior de mi cazadora, así que mientras descorría lenta y disimuladamente la cremallera, intente distraerla.
-Vaya: ciclamor. ¿Has vuelto a colarte en el jardín botánico a robarlo?
Se carcajeó ante mí y, a pesar de que me sorprendió su reacción, seguí tirando de la cremallera.
-¿Robar? Yo realmente trabajo allí. Los que son como yo también necesitan comer, chiquilla –respondió. Su voz sonaba exasperada, como si estuviese explicando por enésima vez la misma cosa a un niño que se negaba a entender.
-¿Todos lo hacéis así?
A pesar de la situación en que me encontraba, no conseguí morderme la lengua a tiempo. La opción de que los ángeles negros estuviesen tan implicados en el día a día normal me descolocaba. ¿Cuántos habría por ahí? ¿Podría ser uno de ellos la cajera del supermercado? ¿O ese hombre con el que siempre me cruzaba en la parada de autobús? ¿O esa vecina que tanto empeño ponía en la limpieza de su fachada? La simple idea de estar rodeada de monstruos sin poder reconocerlos siquiera me provocaba escalofríos.
-No todos, pero si una buena parte. Eso no importa ahora. Espero que no te importe responder a mis preguntas –esto último lo dijo con un deje malicioso en su voz, sacudiendo el saco y su contenido.
Era tarde para su chantaje. Nuestra conversación había conseguido que no reparase en como sacaba mi propio saco de veneno para ella. Le sonreí pícaramente.
-Claro. Siempre y cuando tú respondas a las mías –y, en un acto de burla, sacudí mi saco como ella había hecho momentos antes.
Torció el gesto con rabia, pero mantuvo la calma. Sin dejar de mirarme en ningún momento, se humedeció los labios con la lengua. Al igual que yo, estaba analizando la situación. Ninguna de nosotras podía dar un paso en el falso y, mucho menos, precipitarse en el ataque. Si una se lanzaba, la otra descargaría también su ponzoña. Y ambas caeríamos. Lo único que podíamos hacer era esperar el despiste de nuestra oponente, cosa que ninguna de las dos estaba dispuesta a conceder.
Ella lo sabía tan bien como yo, así que intentó adoptar una fingida postura relajada y declaró, en un murmullo entre dientes:
-Creo que este es un buen momento para una conversación.
A pesar de su forzada fachada de tranquilidad, pude ver que apretaba la mandíbula, muestra de la batalla que se libraba en su interior. Instinto contra racionalidad. Las ganas de matar contra la necesidad de saber más. Y, si bien no me gustaba admitirlo, esa lucha era el vivo reflejo de la que se producía en mí.
Apreté con fuerza la bolsa de tela, convirtiendo las manos en puños, y me esforcé en hablar calmadamente:
-No hay nada de lo que hablar. No tengo nada especial, a pesar de lo que puedas creer –cité, pensando en mi encontronazo con aquel mercenario anónimo días atrás. Esperaba que el resultado fuese mejor en esta ocasión –Así que ya puedes irte y decirle a tu jefe…
Rió de nuevo y callé. El tema que tratábamos no me parecía digno de risas. No había acabado de hablar, pero no la interrumpí cuando dijo:
-Oye, arcángel, yo no tengo un jefe. Trabajo para mí y nadie me obliga a hacer nada. No “creo” las cosas, sino que las deduzco. Como ya sabes, se podría decir que soy científica. Y, puesto que tengo graves sospechas acerca de tu naturaleza, tú eres mi próximo experimento.
Súbitamente una oleada de esperanza recorrió mi cuerpo, a pesar del tono amenazador de sus palabras. Ella sabía algo, podría ayudarme a resolver todas las dudas que en estas últimas semanas se habían acumulado en mi mente y, con el paso del tiempo, en mi alma. Sentí un cálido cosquilleo en mi estómago, pero me forcé en mantener la mente fría. Necesitaba las respuestas y, para ello, necesitaba convencerla a ella.
-¿Qué quieres hacer conmigo? –mi expresión era seria, fría e intimidante, pero mi voz se mostraba pausada. Todo lo contrario a mi alocado corazón, que latía ardientemente, esperanzado y hambriento de respuestas.
-¿Por qué iba a contártelo? –gruñó cortante.
-Porque tú misma has dicho que soy tu experimento. Me merezco, al menos, saber qué quieres de mí.
-Que seas mi experimento no significa nada. ¿Crees, acaso, que cuento a mis ratones lo que haré con ellos antes de experimentar?
-No, a menos que estés completamente loca. Pero si el experimento de el ratón falla, siempre puedes coger otro, sin que importe la muerte del primero. Yo, por el contrario, –sonreí con suficiencia –parece que te hago mucha falta. A menos que me cuentes tus sospechas, ten por seguro que arruinaré tu experimentación. Aunque sea lo último que haga.
El intercambio de palabras había sido en todo momento rápido, preciso y falto de emoción. Pero tras mi última declaración en sus ojos me pareció percibir un destello de rendición.
-Tengo varias opciones. No me vendría mal saber cómo llegaste a ser lo que eres para confirmarlas, arcángel.
En esa ocasión fui yo la que rió.
-¿De verdad crees que te lo contaré? No confío en ti.
-Lo suponía–esbozó una sonrisa cansada y sacudió la cabeza –Está bien. Entonces déjame adivinar. Tienes pinta de ser nacida en la tierra, así que descarto el uso de magia. Aquí es escasa y tosca –entrecerró los ojos al tiempo que ladeaba la cabeza y prosiguió –mi siguiente opción, y en la que tengo más confianza, es la de la fluctuación de energía. Fue eso, ¿no?
No respondí. Pero supo interpretar mi expresión de creciente atención como un asentimiento.
-Ahora dime, arcángel, ¿fue antes o después de tu nacimiento?
Guardé silencio nuevamente durante unos segundos. Siendo nulos mis intentos de callarme la respuesta, la necesidad de saciar mi sed de dudas ganó la escaramuza de mi mente.
-Antes.
Todavía estaba lejos de confiar ella, pero era obvio que esa mujer ya sabía mucho. Si tenía la más mínima opción de conocer algo sobre mi condición de arcángel, ¿realmente perdía algo por aportarle un dato más?
El destello de sus ojos me convenció de que había hecho lo correcto. La mujer lo sabía y, por alguna razón, tenía la certeza de que me diría la verdad. Su boca se tornó en una enorme sonrisa e identifiqué el brillo en sus oscuros ojos como la meta cumplida.
-Eso es… increíble. Genial. ¡Oh, Dios, sí! Todo encaja y tú… ¡Esto es increíble!
La emoción que la envolvía la había vuelto vulnerable, tanto que podría haberla matado de haber querido. Pero necesitaba conocer la verdad. Necesitaba saber lo que ella sabía.
-Escúchame, arcángel. Te explicaré todo lo que quieras y, dejando a un lado los rencores, tienes que asociarte conmigo. No sabes todo el poder que albergas ¡Ni te lo puedes imaginar! –chilló –Tú, arcángel, tú eres la…
En menos de un segundo su expresión extasiada se convirtió en una espantosa máscara de dolor. Sus ojos y su boca se abrieron con violencia y su mirada oscura transmitía la agonía más profunda que una se podía imaginar.
-Eres la… -repitió con un hilo de voz ronca y agonizante.
No llegué a saber qué o quién era yo, porque el cuerpo de la mujer se desplomó inerte a mis pies, con un enorme cuchillo clavado en su sangrante espalda.
Hubiese gritado de haber tenido voz.


13 comentarios:

  1. ¿ERES LA QUÉ?
    Volveríamos a verla, eso estaba seguro. ¿Y ahora?
    Necesito saber el siguiente :)
    Besitos :)

    ResponderEliminar
  2. :OO
    Pedazo capítulo... ¡Ya quiero leer más!

    ResponderEliminar
  3. Te... te...
    Maldita sea !!!! Como lo haces ???? Como consigues enganchar asi en TODOS los capitulos que haces, amldita sea no es justo.
    Otro angel negro muerto...
    Bueno Annie, respira... 1...2...3... Ten paciencia
    Pero tu date prisa !!!! porfavor ^.^
    Jjajaj, se me fue un poco la pinza, bueno, que espero el siguiente capitulo
    Un beso
    Annie

    ResponderEliminar
  4. Oye cielo, siento liarte tanto, voy a volver a al antiguo blog, el que acabas de dejar de seguir xDD es que se me ocurrió una cosa y bueno... Bueno, que lo vuelvas a seguir jajaj
    Siento otra vez... todo eso
    Un beso Annie

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En realidad, todavía no había dejado de seguir el de Call me Annie ;)
      Pero, ahora, tengo un lío muy raro en la lista de blogs. Te explico: Call me Annie no aparece, pero me aparecen dos Time to fly (uno con la URL del nuevo blog y otro con la del antiguo) y en ambos me dice que el blog solo admite lectores invitados. No sé si me explico...
      No entiendo qué es lo que ha pasado, pero espero poder leer tus entradas de nuevo :S
      Un beso ^^

      Eliminar
  5. OMG!!!! Me ha tenido enganchada todo el rato!!! Si es que tus caps son geniales!
    Publica ya!! Necesito saber qué va a pasar!
    Muaks!

    ResponderEliminar
  6. ¡¿Qué?! D: ¿Por qué? ¿Quién se la ha cargado antes de que respondiese y por qué? :S

    ResponderEliminar
  7. ¡Menudo capítulo más ALUCINANTE!! *A* Mira que no me gusta leer rápido, pero me es imposible no hacerlo cuando leo tus capítulos >.< maldita sea.
    El momento en el que se desafiaban fue tan asdjasj *___________* no sé :S
    Y...es ¡¿qué?! y ¡¿quién se la ha cargado!? quiero leer el próximo T^T
    En fin, solo tengo unas palabritas para ti: ¡¿Pero tú no tendrías que estar publicando ya un libro?! ._. Un beso o-o (sigo en shock por el capítulo).

    ResponderEliminar
  8. Bueno, mira he estado siguiendo tu novela y me parece BUENÍSIMA!! al principio pensé que era algo cursi xD pero ahora es mas atrevida y tiene mas acción que antes, eso me gusta y me gusta como escribes, saludos

    ResponderEliminar
  9. Te he nominado a un premio en mi blog http://anotherdreamer-aha.blogspot.com/
    Pásate si te interesa ;)

    ResponderEliminar
  10. Oh dios, ¿Y AHORA NO SE SABE QUÉ ES KAT? ¿"Eres la..." Y así se queda? ¡NO!
    Siento por no haberme pasado antes :S

    ResponderEliminar
  11. ¿¡ERES LA QUÉ?! ¡Dios mío, tanto misterio...! Y yo que le creí a Samuel cuando dijo que no pasaba nada, que no había peligro... tengo que decirte que me encantan las escenas de suspenso y acción que tiene esta historia (casi escribo "película" sin que ver xD una buena muestra de lo mucho que me engancha tu forma de escribir)y no hay capítulo en el que no me desespere por el siguiente... en un momento como este, me alegra haberme atrasado un par de capítulos.

    ResponderEliminar
  12. ¿eres la qué? pero cómo terminas el capítulo así??? Eres malvada!! jajaja

    y quién habrá sido quien la ha matado?? apuesto por Samuel..

    ResponderEliminar

¿Qué te ha parecido? Deja tu opinión, es importante :))