miércoles, 18 de septiembre de 2013

Capítulo 29

Búsqueda
E
l teléfono sonó de nuevo y, simplemente por si acaso, dado que ya tenía serias dudas, comprobé quién llamaba. Estaba acertada con mis sospechas, así que dejé el móvil sonar por enésima vez.  Enterré la cabeza entre las manos y ahogué un suspiro de frustración. Sabía para qué me llamaba Cassie. Sabía que quería quedar conmigo, pero había decidido evitarla todo lo posible por el momento y no daría mi brazo a torcer tan pronto.
Hacía casi dos semanas que había tenido lugar el asesinato de la mujer del jardín botánico. Desde entonces, el miedo me calaba hasta los huesos y evitaba a toda costa salir de casa sin estar acompañada.  Y con acompañada me refería, por supuesto, a Samuel, Isaac o papá. La idea de salir con humanos me resultaba incluso más terrorífica, si cabe, que la opción de ir sola. Si habían podido dañarme a mí de esa forma, ¿cómo de fuerte podría resultar la tortura para ellos? Se me encogió el corazón ante la simple idea de que alguno de mis amigos sufriese por mi culpa. Era esa la causa de que hubiese decidido mantenerme tan distante con Cassie, tanto en el tema de las llamadas, como en el instituto, en el cual había pasado dos largos y aburridísimos recreos en la silenciosa compañía de mi hermano.
Unos gritos me devolvieron a la realidad. Dos pisos más abajo, en la cocina, mamá y papá discutían de nuevo. Últimamente lo hacían mucho más de lo normal y, llevada por la curiosidad, fui a las escaleras a husmear. Desde donde me encontraba no podía verles, pero los difusos gritos habían tomado forma de palabras.
—… es cierto? Debemos arriesgarnos, Grace. ¿Y si realmente encierra el poder que la otra decía? Podemos poseer un arma poderosa. ¡No podemos quedarnos de brazos cruzados! —bramaba mi padre a mi madre.
— ¡Escúchate, Kevin! Hablas Katrina como si se tratase de un objeto. No es un arma, es nuestra hija. Solo es una niña y no pienso exponerla a ningún riesgo —le respondió ella. Agudicé más el oído al caer en la cuenta de que era de mí de quién hablaban.
—Tú no lo entiendes.
—Entiendo todo lo que necesito entender. Quieres arriesgarte a experimentar dios sabe qué con nuestra hija porque una loca dijo que escondía un gran poder. Me parece que el que no lo entiende eres tú—la voz de mamá sonaba fuertemente exasperada—. ¿Cómo pretendes que deje que hagas eso a mi niña?
—También es mi hija, Grace —cortó mi padre.
La respuesta de mamá tardó un par de segundos en llegar.
—En ocasiones no lo parece.
Se escuchó un golpe seco, puño contra cemento. Acostumbrada como estaba, sabía que había sido papá el que había golpeado la pared para evitar decir cosas de lo que luego se arrepentiría.
—De todas formas, hoy mismo retomaré la búsqueda —declaró él con voz contenida—. Isaac y yo haremos un nuevo barrido al pueblo.
—Y yo iré con vosotros.
Mientras mis padres hablaban, yo me había acercado a la cocina y, en ese momento, hablé apoyada en el marco de la puerta. Ambos se giraron al escucharme y, aunque ni siquiera había pasado un segundo desde que esas palabras salieron de mi boca, la negación estaba inscrita en sus ojos, como las letras en las páginas de un libro.
—No —rugieron con total compenetración.
Apreté los puños a los costados, en un intento por contener la furia, preguntándome cómo podían estar tan ciegos.
—Voy a ir. Soy el centro de todo esto y no lograreis nada sin mí —sentencié rechinando los dientes para evitar gritar.
—No irás. Ninguno de vosotros irá. Habéis recorrido el pueblo entero varias veces y no lo habéis encontrado. ¿Por qué creéis que esta vez será diferente? ¿Dónde vais a buscar? —argumentó mi madre. El nudo de su garganta estaba patente en su voz, que temblaba. Podía ver el reflejo del miedo en sus ojos, pero había tomado una decisión. No podía quedarme de brazos cruzados, temblando como una hoja ante el simple recuerdo de los ojos color oro de aquel hombre. En mí residía la causa y, esperaba, la solución de los problemas.
—Me necesita. No debemos buscar, simplemente debemos dejarnos encontrar. Si realmente le intereso, vendrá a nosotros —mi padre parecía bastante satisfecho con mi razonamiento y las comisuras de sus labios se elevaron un poco, representando la cosa más cercana a la sonrisa había conseguido de él en mucho tiempo —. Además —agregué con picardía —, puedo ser un arma poderosa, ¿no es cierto?
—Katrina, no irás.
Ante las insistencias de mamá, mi padre, que por una vez me consideraba útil, le lanzó una mirada de reproche. Sin embargo, fui yo quien habló.
— ¿Y quién me lo va a impedir?
Mis palabras tuvieron sobre ella un impacto mayor del que esperaba. Su mirada se tornó en un profundo foso de preocupación e impotencia. Las lágrimas oscilaron en sus ojos, aunque parpadeaba con rapidez tratando de retenerlas, al tiempo que daba rítmicos golpecitos con el pie en el suelo. Entendía su preocupación. El día que me atacaron, ella había sido la primera en sospechar que podía haberme pasado algo. Había llamado a Cassie y Samuel, preguntando por mí hasta que, desesperada, salió en mi busca. Recorriendo marcha atrás el camino que yo debería haber hecho, se topó con un enorme charco de sangre. Samuel (quien luego me contó todo esto) se topó con ella allí y juntos siguieron buscándome hasta encontrarme unas calles más lejos, sin sentido. Él me detalló después que, cuando había encontrado a mamá, ella estaba apoyada contra un muro, con lágrimas  de amargura corriendo por sus mejillas, mirando a la mancha escarlata. En aquel momento habían pensado que provenía de mi muerte y no de la de la otra mujer y, según decía Samuel, hubiese sido un golpe demasiado duro como para que mi madre lo superase. Ahora ella se encontraba ante la posibilidad de volver a sentir aquello, de vivir la desaparición de su hija y eso provocaba una fuerte sombra de penumbra en sus ojos.
—Sé que soy un lastre. Pero ¿qué queréis que haga? No puedo inmiscuirme en vuestros asuntos de ángeles, soy consciente. Pero creía que al menos podría cumplir mi obligación como madre humana, que podría cuidar de vosotros hasta cierto punto. Ya veo que no es así. ¿Cómo voy a protegerte si no puedo conseguir que no vayas?
Ver a mi madre así me destrozaba por dentro, más que cualquier tortura que aquellos ángeles pudiesen ocasionarme, pero no podía echarme atrás ahora. Avancé un par de pasos inseguros y la abracé con fuerza.
—Estaré bien, mamá. Te lo prometo.
—Kat —interrumpió mi padre—, deberías subir a cambiarte.
Al separarme de mamá, asentí en dirección a papá y me marché, no sin antes apretar con fuerza la mano de mi madre para reforzar mi promesa.

Avanzábamos los cuatro al mismo paso por calles poco transitadas, unos al lado de los otros. Isaac y mi padre cerraban nuestra pequeña fila, protegiendo los lados. Samuel (a quien mi familia había avisado en el último momento argumentando que estaríamos más seguros siendo más) y yo caminábamos con los hombros pegados, cubriéndonos la espalda el uno al otro. En ocasiones intentaba adelantarse para ocultarme mejor, pero siempre volvía a igualarme a él, recelosa a mostrarme inferior.
Llegamos a un cruce de calles, tras un par de horas caminando.
—Separémonos. Acabaremos antes y, si realmente está buscándonos, nos encontrará a pesar de que la concentración de energía sea menor —propuso Isaac.
—Es más peligroso —replicó Samuel.
—Es más útil —le respondió el aludido con tono corrector.
Cuando estaba a punto de marcharme por una de las calles con Samuel, mi padre me llamó.
—Tú y yo vamos por aquí. Ellos, por la otra —decretó en un tono que no admitía reproches.
Fijamos una hora y un lugar de encuentro y nos dividimos en las improvisadas parejas.
El tiempo que pasé a solas con mi padre discurrió lenta e irritantemente. Acostumbrada a mi alianza con Samuel, a tener alguien cubriéndome las espaldas, no podía evitar notarme vulnerable ante el individualismo de mi nuevo compañero. Me sentía desprotegida y a alerta en todo momento, lo que provocaba que apretase la pequeña navaja que tenía medio escondida en la manga de mi abrigo hasta el punto de provocar cortes en mi propia mano. Incómoda y vulnerable… no me parecía la mejor situación para participar en una lucha.
Me tomé un segundo para pensar en cómo les iría a los otros y la preocupación me abatió como una ola, calándome hasta los huesos. Aunque mi padre y yo nos encontrábamos distantes, en caso de lucha nos protegeríamos: los lazos de sangre tienen mucho influjo. Pero ¿y si les atacasen a ellos? Nada los unía y podía asegurar con total seguridad que esa frialdad estaba viviendo estaba mucho más presente en ellos. Si fuesen víctimas de una emboscada, lucharían por separado. Y eso no beneficiaría a ninguno de ellos.
Estos pensamientos me atormentaron largo rato, hasta que, por fin, llegó la hora de reunión. Mi padre y yo fuimos los primeros en llegar y la ausencia de los otros dos no hizo más que alimentar mi inquietud, que se calmó minutos después, con sus apariciones. Me acerqué a Samuel y le tomé la mano, decidida a no separarme de él de ese momento en adelante. Un intercambio de miradas nos bastó para mostrarnos el mutuo alivio.
Pero lo que sentí tras eso me hizo cambiar de opinión y marcharme corriendo de allí sola, sin dar explicaciones. Una extraña sensación acababa de recorrer mi cuerpo, algo que nunca había sentido antes pero a lo que pude poner nombre de inmediato: una llamada. Corrí la calle a lo largo y doblé la esquina con decisión. El pulso resonaba tan fuerte en mis oídos que amortiguaba el sonido de mis pasos. Torcí a la derecha en una calle, jadeando y sabiendo de antemano qué me iba a encontrar allí Podía percibir el origen de esa llamada como algo vibrante y poderoso flotando en el aire, algo que me llevó hasta… él.
. Vestía la misma capa negra que había visto en nuestro otro encuentro y su rostro, tan severo y aterrador como siempre, desvelaba que me había estado esperando. No lo habíamos encontrado, pero tampoco había venido a nosotros. Me había arrastrado a él.
Fijando sus ojos en mí, avanzó dos firmes pasos en mi dirección. Pero se detuvo en seco. El resto de mi improvisado grupo apareció entonces tras de mí y nuestro contrincante ladeó la cabeza recorriéndoles con la mirada.
—Humm… Hay más —su voz era áspera, grave y muy intimidante. Tras eso fijó sus iris dorados en mi persona y murmuró —: Volveremos a vernos.
Luego todo estalló como una bomba. Sería mejor decir que fue  una bomba. La ola de oscura energía llegó a mí apenas medio segundo más tarde que esas palabras. Chillé cuando me abatió, cayendo rendida al suelo, en el que me retorcí intentando recuperar el aliento. El sufrimiento no fue permanente, como la vez anterior, pero el daño de la onda de dolor que chocó contra mí fue suficiente como para dejarme sin fuerza para moverme a voluntad. Al conseguir girar lentamente el rostro vi a mi padre doblado sobre sí mismo intentando recuperar la respiración y a Isaac a su lado, de rodillas, agarrándose la cabeza con fuerza. Samuel, por su parte, corrió a socorrerme sin perder un segundo. Me ayudó a incorporarme ligeramente y me estrechó contra su pecho, murmurando palabras de aliento.
—Él…—musité con un hilo de voz rasposa. Luché por girarme hacia el lugar donde debía estar el atacante, convirtiendo el dolor en odio. Pero no había nadie. Samuel confirmó mis pensamientos:
—Se ha ido, Kat.

8 comentarios:

  1. Qué pena me da saber que tiene que volver a apartarse de todos sus amigos... ¡y qué decir de la pobre madre! No me puedo imaginar la impotencia que siente al tener que quedarse a un costado, viendo cómo no sólo su hija, sino también su hijo y su marido arriesgan la vida. Me gustó mucho que el capítulo se centrase en la familia, también.
    Y la parte de misterio... wow. Me encantó la forma en la que describiste aquella "llamada" que ella siente, y no veo el momento en que este nuevo personaje deje de huir...
    Un capítulo excelente, como lo son todos a su propia manera en tu maravillosa historia <3.

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  2. Estoy muy impresionada ya quiero saber el final de la novela Ajkashdjas me gusto el capitulo quiero mas

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  3. Hola Lauraaa :) Te he nominado a un premio en mi blog:
    http://asiescomocoxalocuenta.blogspot.com.es/2013/09/premio.html

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  4. Ese tío me pone de los nervios. Y encima dice que volveremos a vernos y todo explota de repente. quién es y qué quiere. ¿Qué arma tiene Kat? El padre de ella parece que prefiere el poder que el proteger a su hija, al menos tenemos a la madre, que es más razonable.

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    1. Holi, tienes un premio en mi blog :)! http://antelitem.blogspot.com.es/2013/09/mas-premios.html

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  5. Uyyyyyyss, quiero el siguiente cap ya!! ;D
    Muy chulo.
    Laura, jaja ya veo que te han nominado a varias premios, pues, yo también te he nominado.
    Pásate cuando puedas
    Muakis

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  6. pobre la madre de Kat, debe de ser muy frustrante para ella... ¿Quién será aquel malo? Espero que puedan acabar con el...

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